miércoles, 10 de diciembre de 2014

Ayotzinapa: el germen de la organización

#YaNosCansamos

Por Mónica Vázquez Delgado
@MnicaVzquez2 

Foto: Proceso
Mientras se estaba llevando a cabo el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP)  en Michoacán; Guerrero era tema en redes sociales virtuales con la noticia de que habían detenido estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa “Raúl Isidro Burgos”, durante un brigadeo para su asistencia a la manifestación conmemorativa de los 46 años de la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968.
La esposa del procurador Abarca, María de los Ángeles Pineda, se encontraba en un evento, donde discursaba las acciones “cumplidas” en el mandato perredista. Posteriores a estos sucesos, el tratamiento mediático fue una campaña en donde el partido del ejecutivo (PRI) declaraba el esclarecimiento de los hechos y “sumándose” a la protesta de la sociedad. Esto se traduce en un discurso retórico, donde aprovechando la coyuntura, el PRI intentaba “lucirse” y “oscurecer” a su “oponente”, aun cuando el PRD firmará el “Pacto por México”, tratado que vislumbró que en nuestro país no había oposición política.

La estrategia priista falló cuando en las manifestaciones convocadas por los padres de los estudiantes desaparecidos se hizo presente el cuerpo policíaco bajo el argumento de la violencia de “manifestantes”, sabiendo que desde el primero de diciembre de 2012 ya conocíamos las tácticas ejecutivas de legitimar sus “leyes” y su “orden público” al construir enemigos internos para desmovilizar, causar miedo y provocar que la gente se quedara en casa durante las marchas.
Las dos primeras semanas de octubre se desplegó al Ejército y La Marina para que en conjunto se buscaran a los estudiantes. Se encontraron alrededor de 10 fosas comunes en un cerro cerca de Iguala. El gobierno contrató a un equipo argentino de forenses, que quizá aquel país con la lamentable experiencia que tiene, debido a todas las desapariciones de personas en la dictadura militar de Videla.
El siete de noviembre, Pablo de Llano, corresponsal de El País, publicó su reportaje “El dolor que no tiene nombre”, haciendo mención a su entrevistado, el psicólogo Carlos Beristain donde dijo: “La desaparición forzada es probablemente la más siniestra forma de violencia. Supone una forma de tortura psicológica para los familiares. (…) Es una situación psicológica de doble vínculo en la que cualquier pretendida salida supone un nuevo impacto, y el paso de los días o semanas no hace más que aumentarlo”.
Los estudiantes normalistas rurales no estaban secuestrados pero tampoco, y hasta la fecha, se sabe si han muerto. La desaparición forzada es un elemento de gobiernos para desestabilizar sociedades y protestas usando como vehículo la psicología del terror, miedo e incertidumbre.
En este artículo también se dijo que en nuestro país existen alrededor de 30 mil desaparecidos, de los cuales, muchos de los casos no son tratados en los medios de comunicación. Ayotzinapa fue-es el germen de la organización y encause de la protesta social.
La militarización desde el 2007 con Calderón causó el despojo en comunidades y lo que en palabras del periodista Carlos Fazio un exterminio de población para que, posterior llegara el “PRI de siempre”, lograra efectuar este paquete de contrarreformas que incluyen la prioridad a las privatizaciones e inversión extranjeras en ámbitos económicos como el de la educación y energética. Lo podemos ejemplificar con el caso del Instituto Politécnico Nacional (IPN), donde su reglamento 2014 son llamados “usuarios de servicios educativos”, término neoliberalista donde se pierde el sentido de ser estudiante por ser solo peones laborales para un trabajo mercantilizado y competitivo, reflejado desde las aulas.
La llegada de Peña Nieto fue con la “limpieza mediática” hacia el Ejército y La Marina, después del perfil de asesinos que se percibió en el sexenio calderonista, sin embargo, en el mandato priista continuaban los argumentos de, en términos del periodista Fazio, violencia institucionalizada. Es decir, se seguían legitimando acciones policiacas y militares para “poner orden público”. Tal fue el caso de Tlatlaya, lugar en el cual se ejecutaron 15 civiles a manos del Ejército, basando los homicidios en que los civiles eran delincuentes; una vez más, construcción de enemigos, edificación del terror y argumentos banales en materia de seguridad. Cuatro meses después, a 70 kilómetros de Tlatlaya, en Cerro de la Culebra, hubo un enfrentamiento entre civiles y militares, por lo cual, la Secretaria de Seguridad Ciudadana (SSC) del Estado de México y la Secretaria de la Defensa Nacional (SEDENA)  declararon que “repelieron la agresión”, porque los civiles “estaban armados”, recordando la estrategia de Ordaz, Echeverría y Cueto cuando en prensa dijeron que usaron la fuerza pública ya que el alumnado contaba con armas: el Batallón Olimpia; militares vestidos de civiles.
Asimismo, la política de militarización la continua Peña Nieto, solo que con base en otros argumentos, como el de seguridad en aranceles. El 11 de noviembre, La Jornada publicó “No amedrentan al Ejército juicios ´injustos y erróneos: Cienfuegos”, nota que mencionaba la “Policía Militar” que tendrá su cuartel en la zona norte: Coahuila, Tamaulipas, San Luis Potosí y Monterrey para protección “fronteriza”, que se traduce en beneficiar el comercio exterior, específicamente la de EU. Una policía con funciones militarizadas.
El acontecimiento de Ayotzinapa va ligado con todos los anteriores: las contrarreformas, la crisis del Estado ante la construcción de ambientes de terror y la consecuencia de organización estudiantil que se va modificando en demandas sociales.
Hasta la fecha, las autoridades siguen de dar un posicionamiento concreto sobre los estudiantes normalistas rurales, la protesta ha encausado otras injusticias y la prensa internacional volteó a ver a México, fuera de la imagen de modernización que pretendía continuar Peña Nieto como sus antecesores.
El 27 de noviembre, Contralínea publicó “Normalistas rurales, espiados por el FBI”, informó que “la organización estudiantil de los normalistas rurales ha padecido el acoso de instituciones de los tres niveles de gobierno, de partidos políticos de derecha e izquierda, de gobiernos extranjeros y de oportunistas de todo espectro ideológico”.
Un documento enviado al entonces director Federal de Seguridad, Fernando Gutiérrez Barrios, señaló cómo el FBI enviaba “invitaciones” a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas para ofertarles visitas a EU y sus instituciones educativas: un intervencionismo ideológico.
Últimamente se publican noticias o reportajes respecto si ¿Ayotzinapa es el germen de la organización activa? Es el suceso que engloba el hartazgo social ante un gobierno que perdió legitimidad y credibilidad.

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