Por Alejandro Mario Fonseca
No es lo mismo
ser popular que ser populista, pero los conceptos son primos hermanos: designan
actitudes muy parecidas. Popular es un adjetivo que significa grato al pueblo;
el que es popular es aceptado y reconocido por el pueblo. En cambio populista
es un término que utilizamos en el análisis político para referirnos a la
ideología que utilizan algunos políticos y/o gobiernos para ganarse el favor y
el apoyo de los votantes y/o sus gobernados.
Enrique Peña Nieto y Barack Obama, en Ottawa Foto AP/Pablo Martínez Mosevais |
Con relación a
los términos popular y populista también aparecen las corrientes políticas de
izquierda y de derecha, que vienen de la mismísima Revolución Francesa. En las
incipientes asambleas parlamentarias se sentaban a la derecha las clases altas,
la aristocracia y sus allegados; mientras que la izquierda las clases medias,
la burguesía, los trabajadores y demás.
Hoy en día ser
de izquierda significa principalmente estar en contra de los abusos del
capitalismo y apoyar las acciones que beneficien a los trabajadores y en
general a las clases medias y bajas; mientras que de derecha es aquel que apoya
los intereses de los empresarios, del clero, de los banqueros y grandes
comerciantes.
Las cosas se
complican porque en la actualidad hay políticos que pueden ser “populares de
izquierda”, como Barack Obama el presidente de los Estados Unidos; o “populistas
de derecha” como Donald Trump, el candidato republicano a la presidencia; o “populistas
de izquierda” como Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela. En este momento
no identifico a ningún político que entre en la categoría de “popular de
derecha”, pero muy bien pudo haber sido el caso de Margaret Thatcher primera
ministra del Reino Unido en los años 80.
Peña mal tratado
Todo esto viene
a cuento a raíz de las peripecias del presidente Peña Nieto en Canadá la semana
pasada. Muchos pudimos ver los videos en las redes sociales de internet. Su
popularidad sigue en descenso.
Desde como lo
reciben con manifestaciones de repudio e insultos, hasta lo mal que le fue en
el debate con Obama, precisamente sobre el tema del populismo; pasando por los
momentos en los que se ve al primer ministro de Canadá Justin Trudeau
platicando amigablemente con Obama e ignorando a Peña Nieto.
Pero más allá de
la mala imagen de nuestro presidente, lo que me interesa destacar aquí es el
debate sobre el populismo. Qué bueno que Peña se lanzó al ruedo de los debates
al más alto nivel internacional, los debates son la esencia de toda sociedad
democrática. Qué malo que lo hizo con una base conceptual tan débil, con tan
mala asesoría de los especialistas que lo apoyan.
No estoy muy
seguro de que Barack Obama haya confundido el concepto de “populismo” al que se
refería Peña para denostar al presidente Maduro y a otros, y de paso llevar
agua su molino con la referencia implícita al “peligro” que representa para
México López Obrador; más bien creo que Obama está bastante bien informado de
lo que sucede en México y al decir “yo soy populista” (en inglés populista
significa popular) quiso aprovechar una aparente confusión conceptual para
hacer quedar mal al mexicano.
Como quiera que
haya sido, el resultado de la visita de Peña Nieto a Canadá fue desastroso. Su
popularidad sigue en picada, en caída libre. Yo como mexicano me sentí
avergonzado por el sainete en Canadá, urgen cambios en su gabinete, sobre todo
en el de asesores internacionales.
López Obrador
Pero de todo
esto, lo más inquietante es observar en la escena política mexicana, como el
PRI y el PAN cierran filas contra la eventual posibilidad de que líder de
MORENA Andrés Manuel López Obrador ahora sí gane la presidencia en el 2018.
Ricardo Anaya
ante la oportunidad real de que su partido regrese al gobierno federal, está
dedicado a atacar el talón de Aquiles de los priistas, la corrupción, ya hasta
en Veracruz lo apedrearon; pero también no deja de aprovechar la menor
oportunidad para referirse a López Obrador en términos peyorativos, tachándolo
de populista, “un peligro para México”.
Esto último fue
lo que subliminalmente intentó hacer
Peña Nieto en Canadá, pero le salió el tiro por la culata y lo único que logró
es que bajara todavía más su popularidad. ¿Usted qué opina amable lector?
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