Por Alejandro Mario Fonseca
Todo indica que con la llegada de Donald Trump a la
presidencia de los Estados Unidos viviremos, por lo menos cuatro años una
verdadera tragedia económica política y social, a nivel planetario. Serán
probablemente los últimos coletazos de un capitalismo salvaje, que está en
crisis.
Pero en México y en muchos otros
países como el nuestro la tragedia será devastadora. Y es que somos un país
débil, no hemos podido despegar hacia un pleno desarrollo capitalista; ni
tampoco nuestra incipiente democracia ha podido consolidarse, por más de los
miles y miles de millones de pesos que se han gastado en hacerla posible;
además, en lo social, seguimos atascados en una secularización que no avanza,
también por más y más miles de millones de pesos que se malgastan en un sistema
educativo mediocre, en servicios culturales elitistas y en un sistema de salud muy limitado.
¿Vamos hacia la crisis final del sistema capitalista? |
Y sí, la explicación más recurrente
de todos estos males que nos aquejan, está en el abuso, el despilfarro, la
corrupción y la impunidad de nuestros gobiernos. Sin embargo, no conviene
quedarnos con una explicación tan básica. Sería auto condenarnos a la “resistencia
perpetua”, como algunos amigos me han comentado a raíz del reciente
“gasolinazo” de Peña Nieto. Conviene profundizar un poquito más en el telón de
fondo: en la geopolítica.
Construir un sistema social
demócrata, siguiendo el ejemplo de los países escandinavos
En un artículo anterior, comentaba el
caso ruso, que a principios de los años 90, gracias a las políticas de glasnost (apertura o transparencia) y perestroika (reorganización o
modernización) impulsados por Mijaíl Gorbachov, había conducido a la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) a través de un admirable proceso de
democratización: se estableció la libertad de prensa, se eligió libremente a
los miembros del parlamento ruso, los gobiernos municipales, y el presidente y
el vicepresidente del país; además, el Tribunal Constitucional era ya un órgano
independiente.
En la esfera económica Gorbachov
guiaba al país hacia una combinación del
libre mercado y un sistema fuerte de protección social, manteniendo ciertas
industrias clave bajo control público; él esperaba que el proceso durara entre
diez y quince años en completarse.
Su objetivo final era construir un
sistema social demócrata, siguiendo el modelo escandinavo: “un foco de
inspiración socialista para todas la humanidad”.
Decía yo que el proyecto de Gorbachov
fracasó debido al regreso del autoritarismo encabezado por Yeltsin y después
por Putin (ahora el principal aliado de Trump). Pero me quedé corto, existe una
explicación de mucho mayor fondo y para entenderla hay que ir al núcleo duro de
la teoría económica de la Escuela de Chicago.
El neoliberalismo
es neoconservadurismo
Y la esencia de dicha teoría
económica, no es otra cosa más el capitalismo “a secas”, despojado de todos los
correctivos que a fuerza de lucha y perseverancia fue ganando la clase
trabajadora a lo largo de la historia: sistemas de protección social y laboral,
sindicalismo real es decir independiente, en suma: seguridad social, educación
y salud de calidad.
Esa liberación de correctivos es,
como dice Naomi Klein, en esencia, el núcleo duro del capitalismo salvaje: “…no se trata de ningún invento novedoso,
sino del capitalismo de siempre despojado de sus anteriores añadiduras
keynesianas. Es el capitalismo en su fase monopolística, un sistema que se ha
‘soltado la melena’, por así decirlo: que ya no tiene que esforzarse por
cuidarnos como a clientes, que ya puede ser tan antisocial, antidemocrático y
grosero como le plazca”.
Y ahí está la clave para entender la
tragedia que ya estamos viviendo y que se profundizará: ya no hay sistema
alternativo. Con la caída del Muro de Berlín, con el desmoronamiento de la Unión
Soviética, desapareció el comunismo, o socialismo real, o como usted quiera
llamarle.
En otras palabras, mientras el
comunismo fue una amenaza, el capitalismo tuvo que compensar el abuso y la
avaricia con bienestar social compensatorio: salud, educación y servicios públicos de calidad.
Ahora el capital financiero y las grandes corporaciones industriales, con todas
sus ramificaciones pueden hacer prácticamente lo que les de la gana.
Resistencia
optimista
Sin embargo, no todo está perdido,
simplemente estamos entrando en una fase de reflujo que no hará otra cosa más
que exacerbar las contradicciones propias del sistema capitalista y llevarnos a
la crisis final.
Entraremos en una fase de resistencia
que espero no dure mucho. La Tercera Revolución Industrial, basada en el
Internet y las energías renovables sigue avanzando en Europa y a regañadientes
también en los Estados Unidos; muy pronto se expandirá a todo el mundo. Se
trata de la era del capitalismo redistributivo. La socialdemocracia es posible,
sí hay alternativa.
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