Alejandro Mario Fonseca
Hace dos
semanas viaje a la ciudad de México, fue el cumpleaños de mi hermana Lucero. La
festejamos desayunando en el Sanborns de “Los Azulejos” en pleno centro histórico.
Me fue muy
bien, llegando a la TAPO me subí al metro y todo fue de maravilla, lo único que
me sorprendió fue que la mitad o más de los pasajeros hacían un viaje doble: el
del
transporte físico y el mental a través de sus celulares. Eran cerca de las
nueve de la mañana y se sentía un ambiente limpio y relajado.
De repente la ciudad de México, bueno
no, su centro histórico, se siente como una verdadera “Ciudad de los Palacios”.
La casa de los Azulejos o palacio de los condes del Valle de Orizaba,
como también se le conoce, está ubicada entre las actuales calles de Madero, que ahora es peatonal y la
Cinco de Mayo.
El inmueble fue construido durante la
Colonia, y se le conoce comúnmente por este nombre (más que por el título
nobiliario de quienes le habitaron) debido a su cubierta de azulejos de talavera
poblana que recubren la fachada exterior del edificio y hacen
de este inmueble una de las más bellas joyas de la arquitectura civil del barroco novohispano.
Carlos-Slim.-EFE |
“Todos”
somos clientes de Carlos Slim
Sanborns no es solamente un
restaurante, también es tienda, pastelería, librería y bar. De las 149 tiendas
que tiene a lo largo y ancho del país, 79 están en la ciudad de México. El
dueño de la cadena es Carlos Slim, el hombre más rico de México.
Carlos Slim Helú nació en la Ciudad
de México en 1940. Fundador del Grupo Carso, fue clave en el espectacular
crecimiento de su imperio empresarial su desembarco en el mercado de las
telecomunicaciones, propiciado por la privatización en 1990 de Teléfonos de
México, S.A. (Telmex), que quedó bajo su control. Habitual desde entonces en
las listas de las grandes fortunas de la revista Forbes, la misma publicación
lo encumbró como el hombre más rico del mundo en los años 2010, 2011 y 2012.
Ahora que escribo esto caigo en la
cuenta de que, al igual que millones de mexicanos, soy cliente cautivo de
Carlos Slim. Mi teléfono fijo es Telmex, mi celular Telcel, cuando quiero
comprar un disco de jazz o de música clásica lo hago en Mixup; además cuando
llevo a mi mujer de compras vamos a Sams o a Wal-Mart. Todos negocios de Slim.
¿Quién es
Trump según Slim?
Pues bien, pasemos a la crítica
política. El pasado 27 de enero Carlos Slim, dio una conferencia de prensa.
Había una gran expectativa debido a que unas semanas antes se había reunido en
términos amistosos con Donald Trump y resultaba muy interesante saber el punto
de vista del empresario sobre las locuras del gringo.
Como muchos otros, supongo, yo
esperaba que el Ingeniero anunciara algún gran proyecto de inversión para
fortalecer la confianza en nuestra economía y al mismo tiempo abrir nuevas
fuentes de empleo y atemperar un poco la llegada masiva de deportados.
Pero no fue lo que pasó. Slim se
limitó a etiquetar a Trump como un hombre de negocios y a invitarnos a leer su
libro (sí, aunque usted no lo crea, ¡Trump escribió un libro! The art of the deal (El arte del
trato). Slim reiteró varias veces con el libro en la mano “todo está aquí”.
Por lo demás el ingeniero Slim pue
enfático y reiterativo en que él se siente tranquilo ya que Trump es
esencialmente un “negociador”. Y su consejo para el gobierno de México fue el
de la necesidad de convencer al magnate de que las empresas norteamericanas
necesitan nuestra mano de obra.
Fue una gran decepción, tal vez lo
más interesante de la plática fue la propuesta de que México debe regresar al
modelo de “industrialización por sustitución de importaciones”, con disciplina
fiscal; que los historiadores han denominado como “desarrollo estabilizador” y
que le permitió a nuestro país un crecimiento sostenido el 6% del Producto
Interno Bruto, durante los años 1950 a 1970.
Trump: un
hardball negociator
Ya regresaré sobre este punto en otro
artículo. Pero retomando el tema de Trump y su libro, confieso que no lo he
podido conseguir. Pero por fortuna en el portal de Letras Libres, Cinthia Ramírez escribió sobre el tema y nos regala
una excelente crítica.
Y sí, Trump no es político sino
“negociador”. Bueno, ya lo sabíamos, pero ¿qué clase de negociador, de
empresario es Trump? Según Cinthia Ramírez es un “hardball negociator”. El
término es tomado del béisbol y significa “implacable”, “despiadado”.
La caracterización es correcta, el
loco Trump es un comerciante del Medio Evo. De esos que llegaron a México
abusando, engañando, cambiando espejitos por oro y plata: sin ética, sin
principios, lo que lo inspira es la simple y pura avaricia.
Estamos ante todo un estuche de
monerías. El loco Trump, además de carecer de oficio político y de padecer un
síndrome de hubris desenfrenado (narcicismo extremo), resulta que su esencia es
la de un despiadado hombre de negocios, que ahora cuenta
con un inmenso poder.
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