“No puede haber un gobierno rico y un
pueblo pobre”
Alejandro Mario Fonseca
Si usted lee El espejo indiscreto de Octavio Paz podrá comprender las claves de
la compleja relación de nuestro país con el imperio norteamericano. Una de las
características del ensayo es que con mucha habilidad el poeta nos hace vernos
en el espejo norteamericano.
Y es que los mexicanos, bueno no
todos, principalmente los liberales herederos de la tradición juarista de la
Guerra de Reforma, se han empeñado en ver a los Estados Unidos como el modelo a
seguir; y curiosamente eran los conservadores los que se oponían a esta idea,
convertida en proyecto.
Paradójicamente ahora es al revés,
son los conservadores de nuestros días lo más empeñados en seguir el modelo de
desarrollo norteamericano. Los neoliberales, desde Salinas hasta Peña
(incluidos Fox y Calderón) lo han demostrado con creces. ¿O acaso no han
resultado conservadores?
En México el neoliberalismo no ha sido otra cosa más que conservadurismo.
Con la máscara de los “principios liberales” los “cachorros” priistas y
panistas herederos del poder político de la Revolución Mexicana, no han hecho
otra cosa más que impulsar políticas conservadoras.
Al igual que en la Colonia, México
sigue siendo el país de la desigualdad, de la corrupción, de la inseguridad y
de la injusticia. Y sí, el modelo a seguir, el american way of life, ha dado buenos resultados, pero sólo para
unos cuántos.
AMLO |
El
consumismo desenfrenado de los gringos
Pero ahora con el triunfo de Andrés
Manuel López Obrador parece que este devenir histórico va cambiar radicalmente.
Y la clave está en una lectura más humilde del auténtico proyecto liberal para
México, el de Don Benito Juárez, el de la austeridad republicana.
Ya he escrito en esta columna sobre
el tema de la necedad de nuestros políticos de seguir el ejemplo de los Estados
Unidos para todo. Y una de las más graves taras de ese país es su consumismo
desenfrenado.
Se trata de una sociedad en la cual
el éxito en la vida está marcado por la acumulación de riquezas y por el
derroche. Los gringos así como amasan grandes fortunas, así las derrochan y
despilfarran olímpicamente.
Los Estados Unidos son todavía el
imperio económico y político que impone sus reglas al resto de los países del
planeta, sobre todo a los más débiles, como México. Sin embargo, China, Rusia,
la India y muy pronto también Brasil y algunos otros vamos hacer valer nuestras
reglas.
¡Que desgracia que nuestra clase
política sólo ha aprendido lo peor de sus homólogos norteamericanos! Es más,
los nuestros se dan mayores lujos que los gringos. Compare tan solo los
salarios de nuestros magistrados, funcionarios, diputados y demás; por no
hablar de sus prestaciones y canonjías.
La
austeridad republicana de Benito Juárez
Insisto, uno de los grandes aciertos
de AMLO es el de regresar a los orígenes del verdadero liberalismo mexicano: el
de Juárez. Lea usted por ejemplo Noticias
del Imperio de Fernando del Paso, o cualquier otra biografía, incluso las de
sus detractores, los sinarquistas y los panistas.
Don Benito Juárez es el paradigma
mexicano del poder basado en una ética a prueba de fuego. La República
Restaurada es la etapa del esplendor liberal y democrático de toda la historia
de nuestro país y ejemplo mundial.
Fue una lástima que el gran
desequilibrio social (la miseria) engranado con el sabotaje de los bandoleros,
de la Iglesia, de los viejos y nuevos terratenientes; en suma de los malos
mexicanos, dieran al traste con el proyecto liberal democrático de Juárez.
Pero al grano, lo que quiero destacar
en esta ocasión son las virtudes del Benemérito de las Américas, sobre todo su
austeridad. Y por aquello de que para muestra sólo hace falta un botón, cheque
usted la siguiente anécdota:
Siendo
Presidente de la República, Benito Juárez, mandó a un propio a solicitar prestado ¡Cinco
Pesos! a la Caja de Préstamos del Gobierno Federal. Cuando en su oficina se
enteran de ese préstamo, le preguntan por qué tuvo tal necesidad, teniendo
dinero en las arcas de la Tesorería Nacional. Entonces, en una actitud que
demostraba ser consecuente con la “austeridad republicana” -quizá
incomprensible para la mayoría de funcionarios municipales que escuchaban-
respondió: “Pero ese dinero no es mío; por eso, como necesito enviarle dinero a
mi familia, hice el préstamo que devolveré apenas cobre mi sueldo”.
La ética
protestante
Pero recapitulando lo que he dicho
hasta el momento. Estoy de acuerdo en que la sociedad norteamericana es
diversa. Sí, es incluso la más diversa del mundo. Pero también, los Estados Unidos
son todavía un imperio. Un imperio económico y cultural que goza de una gran
influencia global; y en gran medida esto se debe a su gran diversidad étnica,
pero sobre todo a sus valores originales.
A principios del siglo XX Max Weber
escribió una serie de ensayos, que después se convertirían en un libro
importantísimo para comprender los avatares de la vida moderna: La ética protestante y el espíritu del
capitalismo.
Lo que hace Weber, el primer
sociólogo de la modernidad, es investigar los orígenes del capitalismo. Y lo
que encontró, es sorprendente, sobre todo para nosotros los mexicanos que
estamos acostumbrados a la corrupción.
Muchos de los primeros capitalistas
no fueron aventureros que lo arriesgaban todo en empresas inciertas; todo lo
contrario, fueron hombres racionales que planeaban lo que hacían. Además,
llevaban libros de contabilidad, que si bien primitivos, les daban certidumbre
sobre el futuro de sus empresas.
Pero lo más importante, y es lo que
quiero subrayar aquí, es que sus acciones tenían una base ética: eran
protestantes y seguían a Lutero y sobre todo a Calvino.
Los más interesantes son los
presbiterianos, que creían en una doble predestinación; creían que estaban
predestinados a la vida eterna en el reino de los cielos, pero además creían
que esa predestinación valía también para lo que hacían aquí en el mundo
terrenal. Lo que les exigía llevar una vida ejemplar.
AMLO ¿un
franciscano en la presidencia?
Tampoco para ellos existía el perdón
de los pecados, tenían que portarse bien a toda costa: eran honrados a
ultranza. Todo esto nos suena muy raro a nosotros los mexicanos educados en el
catolicismo, pero para ellos significó la base de su éxito.
Pero lo más interesante de la ética
presbiteriana es su austeridad a ultranza. Son muy rigurosos en el cumplimiento
de las normas morales; viven prácticamente en el retiro y mantienen una
austeridad muy estricta.
AMLO no es presbiteriano, hasta donde
sé es católico, pero un católico muy fiel a los principios éticos originales
del Maestro Jesús: resulta ser un buen franciscano. Ya veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario