Por José Luís Hernández
Jiménez
En la forma, la nueva distribución del poder político en
México, se parece a la que había en el pasado reciente, cuando nos mal
gobernaba un “Partido de Estado”.
Dicho Partido se denominaba PRI (Partido Revolucionario
Institucional; aún se llama así, pero desde hace lustros dejó de ser Partido de
Estado), era todopoderoso, muchos le apodaban “la aplanadora” y en los comicios
ganaba el “carro completo”. O casi. Y
estaba comandado por un Presidente, que todo lo podía, pues su palabra era la ley,
y todo lo sabía, como un Tlatoani o un cuasi dios.
Dicho ente tenia amplia mayoría en las Cámaras federales, la
de Senadores y la de Diputados, y dominaba la mayoría del poder político en las
entidades federativas, pues casi todos los gobernadores y Congresos locales
eran como de su propiedad, incluso la capital de la República era administrada
por 17 subordinados suyos, 16 de ellos se llamaban “Delegados” y al coordinador
le decían “Regente”.
Marcelo Ebrard: ¿Homenaje a la impunidad? |
La oposición estaba dividida, era ninguneada y, casi siempre,
reprimida.
Aquel Partido de Estado nació fuerte, desde el poder, en
1929, como Partido Nacional Revolucionario (PNR), como una gran coalición promovida por el Presidente Plutarco Elías Calles, para
dar cauce al fin, y a los reclamos, del movimiento armado iniciado en 1910;
Luego, en 1934, bajo los auspicios del Presidente Lázaro Cárdenas, fue
transformado en Partido de la Revolución Mexicana (PRM), y fortalecido con
organización corporativa, pero organización al fin de cuentas y, claro, de nuevo desde el poder; A otro
Presidente, Miguel Alemán Valdez, le tocó “institucionalizar” a ese Partido de
Estado, le llamó PRI.
Dicho Partido, a través del Presidente de la República, todo
lo controlaba. Era el país de un solo hombre. Por ello, se creía que todo lo resolvía.
Decía representar a todos los mexicanos, y que por ello, todos estaban
contentos, eufóricos, satisfechos. De 1952 a 1970, aplicó un modelo económico,
que fue conocido como Desarrollo Estabilizador; con su aplicación se empezó a
abandonar el campo, para dar paso a la industria y a las urbes. La economía
creció 6 % en promedio, durante muchos años.
Pero algo no checaba. La riqueza creada no se distribuía
equitativamente. La cantidad de pobres no dejaba de aumentar. Y las
inconformidades sociales empezaron a
multiplicarse. En 1958-59, ese Partido de Estado sufrió un primer gran
descalabro a su credibilidad. Para acallar los reclamos que le paralizaron el país,
reprimió brutalmente a muchos movimientos sindicales, de telegrafistas,
maestros, médicos, agraristas, y principalmente, a los ferrocarrileros encabezados
por Demetrio Vallejo. De estos
movimientos reprimidos, surgieron guerrillas.
Veinte años después, o sea, ¡hace 50!, el Partido de Estado,
PRI, sufrió otro gran descalabro y sacudida, con el Movimiento Estudiantil
Popular, al cual reprimió, de nuevo brutalmente, en Tlatelolco principalmente. Esa
ocasión, el desprestigio de dicho régimen, también fue internacional. Surgieron más movimientos guerrilleros, pues además
de que la cerrazón política se había consolidado, suprimiendo en los hechos,
las libertades democráticas (los medios de comunicación, como la Tv y la radio,
estaban cerrados a la oposición, en los diarios no se permitía criticar al
gobierno, y menos al Presidente, se obstaculizaba el ejercicio de los derechos
de reunión, asociación, manifestación) y la pobreza siguió aumentando.
La guerrilla seguía
operando y desde el régimen, se le reprimía con algo que el pueblo denominó la
“guerra sucia”, pues oficialmente no había guerra pero los disidentes eran
torturados, encarcelados, reprimidos de otras formas y desaparecidos
sistemáticamente. A veces aparecían sus cadáveres, a veces ni eso. Entonces surgieron más Partidos independientes,
sin registro electoral, por supuesto.
La presión interna y externa para que hubiera libertad política
y menos desigualdad económica, aumentó a tal grado que aquel Partido de Estado,
controlador de casi todo, empezó a ceder espacios a otras expresiones
políticas. En 1976, se flexibilizó la Constitución General y la Ley Electoral,
para dar espacio formal a las oposiciones. Para el régimen, ello significó abrir un poco la
olla exprés que parecía el país.
Pero ni en el seno de aquel Partido de Estado, soportaban la
cerrazón política. Y en el extranjero se burlaban, diciendo que en México
privaba la “dictadura perfecta”. Entonces gran parte de las fuerzas
inconformes, socialistas, liberales, democráticas y progresistas, incluidos
grupos del propio PRI, se juntaron electoral y políticamente y en 1988, propinaron
un fuerte susto al Partido de Estado. Quedó algo desquebrajado. Entonces, por
primera vez, en la segunda mitad del siglo XX, se dijo - con pruebas en la mano, ya que
oficialmente, no se contabilizaron miles de casillas - que ese Partido de
Estado había perdido las elecciones. Al régimen le dio un soponcio, casi un
infarto.
Desde entonces fue perdiendo poder.
En 1997, luego de más reformas electorales, que incluyó la
ciudadanización de la autoridad electoral, aquel régimen de Partido de Estado,
empezó a “morir”, ya que ese año perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y
su bastión principal. La capital del país quedó en manos de una de las
oposiciones. Y el año 2000 perdió la Presidencia de la República a manos de
otra de las oposiciones. Así inició la
alternancia de Partidos en el poder. Aparte, el control del Congreso ya no fue
solo del Presidente en turno. Éste y su Partido estaban obligados a negociar
con las demás fuerzas políticas.
En esa dinámica, tres tendencias partidarias se
fortalecieron. ¿La derecha, la izquierda y el centro? No necesariamente, pues su
quehacer político, era y es, actuar como semejantes entre sí. A la vista
apareció el verdadero problema de la democracia mexicana: la cultura política,
era – y es - la misma de aquel viejo Partido de Estado. El Presidencialismo, el caudillismo, el
clientelismo, el corporativismo, el patrimonialismo, el nepotismo, la corrupción,
la cargada, predominan en la vida política del país.
Pero la sociedad civil, fue arrebatando espacios de poder,
conformando e institucionalizando a diversas instituciones autónomas: Banco de
México, CNDH, IFE/INE, CONEVAL, INEGI, IFAI, INAIP,…Y la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, con la creación de un Tribunal Electoral, ganó cada vez más
independencia. Como dichos cambios también
hicieron eco en los Estados, estos también ganaron autonomía.
Con dichos avances – o sea, el Presidente y su Partido
dejaron de controlar casi todo - el país se estaba acercando al ideal de los Liberales
del siglo XIX, (quienes habían derrotado a los Conservadores que deseaban un
país centralista, gobernado por un ente fuerte, como un emperador), hacer de México una República
Federal, democrática, representativa, laica, en el cual el Supremo Poder de la
Federación, se dividiese, para su
ejercicio, en tres Poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, en donde no se
puedan reunir, dos o más de esos Poderes, en una sola persona o corporación, ni
depositarse el Legislativo en un solo individuo.
Sí, hay pendientes importantes a resolver: el Partido de
Estado había desaparecido pero su cultura política, ya había permeado a todos
los entes políticos; la distribución de la riqueza, injusta e inequitativa, sigue
siendo el principal problema del país y la inseguridad generalizada y
lacerante, se ha convertido en otro pendiente importante.
En 2006, la derecha formal volvió a ganar la Presidencia de
la República. Y en 2012, lo que quedaba del viejo Partido de Estado, volvió a
la Presidencia, logrando con alianzas inéditas, la aprobación en el Congreso de
las pendientes reformas estructurales del modelo económico
vigente desde 1982.
Y este 2018 se resolvió otro “pendiente” de la democracia
mexicana, el acceso a la Presidencia de la República, de la otra tendencia política.
“La izquierda” – no necesariamente, repito, pues la cultura política que
practica, es la misma del viejo Partido de Estado – agrupada en el Morena, gana
con gran respaldo electoral, la Presidencia de la República. Pero también
obtiene el control mayoritario de las Cámaras de Diputados y de Senadores, y la
mayoría de los Congresos Estatales (y en los hechos también, las gubernaturas
de dichos Estados) y la capital del país.
El nuevo Presidente (salvo detalles legales) electo, don
Andrés Manuel López Obrador, con lo ganado en buena lid (y la ayudadita que le
diera la “mafia del poder”) tiene ya, un poder descomunal…. ¿cómo en el pasado
del ex Partido de Estado? ¿Será el Morena, el nuevo Partido de Estado, el nuevo
PRI? ¿O de plano, ocurrirá lo que querían en el antepasado los Conservadores,
un país centralista…....con todos los males que ello conlleva?
La respuesta se tendrá con el paso del tiempo y los
acontecimientos que en él se den. Las tentaciones del poder absoluto son
muchas. De por si, como solía explicar don Demetrio Vallejo Martínez, sobre el porqué de las malas tentaciones del
poder, “el poder es bonito, aunque sea chiquito”
Por lo pronto, aún sin tomar posesión formal como 1er. Mandatario,
AMLO anunció que habrá 32 encargados de parte de su Morena, uno por entidad
federativa, de administrar los fondos económicos federales, para el desarrollo.
Es decir, aunque en el campo de la forma se anuncia, una descentralización
administrativa, en el terreno de lo importante, se inicia una centralización política/económica,
pues las entidades federativas, salvo la capital, dependen en un 50 % de los
recursos federales. En los hechos, los “32 Delegados federales” serán una
especie de 32 vicegobernadores. O futuros gobernadores.
Alguna de estas reflexiones y preocupaciones, intenté
explicar el lunes 9 de julio, en el programa de radio por internet “Ventana
Pública”, de la periodista Miriam Cruz, a quien agradezco su gentileza. Y…
(Seguiré)
Notitas. Una.- Que en casi todos los países, cuando son visitados por el
Presidente norteamericano o por sus allegados, se desatan las protestas
multitudinarias. Algo así ocurrió cuando Donald Trump, visitó el año pasado, al
Presidente Peña Nieto. Pero recién
vinieron cuatro de los funcionarios más poderosos de EU, para conocer a nuestro
futuro Presidente Constitucional. Y fueron recibidos con apapachos.
Curiosidades de la política. Dos.-
Que otra curiosidad de las mismas, es que en uno de sus Twitter, el Presidente
gringo recién anunció que “le dará gusto conocer en persona a “Johny Trump”, nuevo Presidente de México”. Le
preguntaron por qué lo llamaba así y respondió que porque tenía el mismo estilo
de hacer política que el mismo. Y nadie dijo algo contra esa falta de respeto a
don AMLO. Tres.- Que ninguna de las
doce iniciativas legales anunciadas recientemente por el virtual Presidente electo, parecen ser las
“reformas profundas”, anunciadas en su discurso del 1 de julio pasado. Cuatro.- Que en el Campeonato Mundial
de Futbol, recién clausurado con la coronación de Francia sobre Croacia,
predominó el trabajo en equipo sobre el de las individualidades. Y nosotros le
hacemos al revés, en casi en todo. Quizá por eso nuestros fracasos, igual en
casi todo. Cinco.- Que por eso hay
que hacer ejercicio diario, esto es algo de lo que se aprende, que es mejor
trabajar en equipo. Y de paso sugiero, leer y leer. Pueden empezar con mi
libro, “Cuando correteábamos utopías”. O, también les sugiero otro, de tema muy
actual “Decidiendo juntos…frente a las drogas”, editado por el GDF.
Hernandez-jimenez2012@hotmail.com
México, CDMX, a 12 de julio del
2018.
No hay comentarios:
Publicar un comentario