jueves, 12 de julio de 2018

Reivindicación de la pobreza

Alejandro Mario Fonseca
En mi último artículo hablé del miedo de muchos mexicanos a que López Obrador gobierne para favorecer a los pobres quitándoles a los ricos. Me veo obligado a abundar sobre el tema porque algunos amables lectores me interpretaron mal.
De ninguna manera se trata de que el próximo presidente se convierta en una especie de “Chucho el Roto”. Al contrario, de lo que se trata es de acabar con la corrupción para que el gobierno cuente con mayores recursos que le permitan combatir la miseria, es decir, la pobreza extrema.
La pobreza es la situación de no poder, por falta de recursos, satisfacer  las necesidades físicas y psíquicas de una vida digna, como la vivienda, la alimentación, el agua potable o la electricidad. Puede afectar a un grupo de personas o a toda una comunidad.
En cambio la miseria, ocurre cuando la persona no puede acceder a la canasta básica de alimentos (los suficientes para una nutrición sana), ni a la canasta básica de bienes y servicios (servicios públicos, salud, educación, vivienda o vestimenta).
Esos son los conceptos que utilizan instituciones como el Banco Mundial (BM) o el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Estos conceptos, aun cuando no son exhaustivos, ayudan a comprender el problema.


¿Hay riqueza gracias a la pobreza?
Y ahora sí, entremos en materia. Regresando a mí artículo anterior, apoyándome en la comedia Pluto de Aristófanes, intenté una reivindicación de la pobreza. Y es que son precisamente los trabajadores pobres, los que hacen posible que el mundo capitalista funcione.
De ninguna manera estoy demeritando la contribución de los otros factores de la producción, a los empresarios que invierten sus recursos, a los profesionistas, ingenieros y licenciados que hacen que la empresa sea rentable y competitiva.
Lo que quiero subrayar es que no necesariamente una empresa tiene porque basar su competitividad en los bajos salarios de sus obreros y empleados. El famoso “salario mínimo” mexicano es una aberración histórica que impide un verdadero desarrollo económico.
Y esto último no quiere decir que el obrero deba ganar lo mismo que el técnico especializado o que el gerente de la empresa. No, sino que sencillamente debe mejorarse su situación salarial, lo que se traducirá en mayor bienestar social y en mayor consumo y por lo tanto en crecimiento económico.
Estaríamos hablando de una “pobreza digna”, ya más cercana a la “clase media” y más alejada de la miseria. Pero en cuanto a la miseria, esta sí que hay que combatirla frontalmente y con todos los recursos del Estado.
 Esto, dicho así tan rápida y sencillamente es la esencia de la teoría económica conocida como Keynesianismo.

John Maynard Keynes
El keynesianismo es una teoría económica propuesta por John Maynard Keynes, plasmada en su obra Teoría general del empleo, el interés y el dinero, publicada en 1936 como respuesta a la Gran Depresión de 1929. Está basada en el estímulo de la economía en épocas de crisis.
La economía keynesiana se centró en el análisis de las causas y consecuencias de las variaciones de la demanda agregada y sus relaciones con el nivel de empleo y de ingresos.​
El interés final de Keynes fue intentar dotar a las instituciones nacionales o internacionales de poder para controlar la economía en las épocas de recesión o crisis. Este control se ejercía mediante el gasto presupuestario del Estado, política que se llamó política fiscal. El objetivo era el del “pleno empleo”.
La justificación económica para actuar de esta manera parte, sobre todo, del efecto multiplicador que se produce ante un incremento en la demanda agregada. Y esto es precisamente lo que López Obrador está proponiendo en su Proyecto alternativo de nación.
Por lo pronto AMLO resulta neo keynesiano y lo más sorprendente es que no pretende desmantelar los “éxitos” del neo liberalismo, es decir aquellos sectores como el automotriz y el de ensamblaje de aparatos y dispositivos electrónicos, por citar dos ejemplos.
Ya veremos si es posible impulsar una economía heterodoxa en la que el México neo liberal de los ricos, enfocado a la economía global, a la del Tratado de Libre Comercio; pueda coexistir con el México olvidado, el del sur del país, donde millones de mexicanos viven en la pobreza extrema, en la miseria: en donde AMLO le va apostar al “pleno empleo”.

Apología de la pobreza
Pero lo que más me interesa destacar en esta ocasión es la diferencia entre pobreza y miseria. En Pluto (el dios ciego de la riqueza), la comedia de Aristófanes que le comentaba, el personaje alegórico de la Pobreza intenta una apología de sí misma. Veamos un par de diálogos:
Cremilo.- Hay muchos entre los hombres que aun siendo malvados y sin justicia, nadan en riquezas, acumuladas injustamente. Y otros que no tienen tacha moral ni social, están en la miseria y se mueren de hambre. Esos son los tuyos, Pobreza.
Y lo digo a pecho abierto: Cuando Pluto recobre la vista, acabará con todo eso y ese será el mejor camino para procurar el mayor bienestar a los hombres.
Pobreza.- Pues si Pluto recobra la vista y va repartiendo sus dones por igual a los hombres, ya no habrá nadie entre estos que se dedique al arte ni a la ciencia. Hechas a un lado artes y ciencias, ¿habrá quien quiera y sepa forjar el hierro, construir un barco, coser las telas, o fabricar ruedas, ser zapatero o fabricar ladrillos, lavandero o peletero?
¿Va a haber quien quiera hendir el suelo con arado duro para allegar los dones de la Diosa, cuando todo lo han dispuesto para vivir ociosos sin tener preocupación por todo esto?

Conclusión
Más claro imposible: sin pobreza no hay riqueza. Pero no hay que perder de vista que la escena está sucediendo en la Grecia antigua. En las sociedades modernas todos trabajamos, bueno casi todos.
Trabajan los obreros, los empleados, los técnicos y los ingenieros, los comerciantes, los científicos y los artistas, etcétera; incluso los empresarios responsables tienen que estar continuamente planeando  e innovando.
¿Quiénes serían los ociosos en el México de nuestros días? Aquellos corruptos que amasan grandes fortunas engranados al favor de los malos políticos; aquellos que viven de los vicios y de las debilidades de un pueblo abandonado a su suerte. La pobreza “digna” como alternativa al consumismo y al despilfarro, resulta la clave para un verdadero desarrollo sostenible. ¿Qué le parece?

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