Alejandro Mario Fonseca
El cuento narra un enorme
embotellamiento en la autopista entre Fontainebleau y París. Era un
domingo por la tarde, no se podía avanzar porque en una parte de la carretera
debió de haber sucedido un accidente y con el transcurso de las horas los
viajeros se fueron conociendo.
Un ingeniero en un Peugeot, dos
monjas en un 2HP, una muchacha en un Fiat, un pálido señor que conduce un
Caravelle, un matrimonio con su hijita en un Peugeot, un matrimonio
campesino en una Ariane, dos jovencitos molestos en un SIMCA, dos hombres
con un niño rubio en un Taunus, etc.
Estaban totalmente detenidos bajo el
calor del verano. Algunos se bajaban para estirar las piernas y cuando
regresaban traían noticias inquietantes y casi siempre falsas de los motivos
del paro. Todos comentaban los sucesos.
Se supo de un choque entre dos autos: Tres
muertos y un niño herido, o el choque de un Fiat con
un Austin lleno de turistas, o el vuelco de un autocar con pasajeros
del avión de Copenhague. Todo era suposiciones. La última noticia era que
la hija de un general que piloteaba un pequeño avión se había estrellado en
plena autopista con un saldo de varios muertos.
Vanguardia: Millennials y los más estudiados
con AMLO;
|
Qué hacer en
situaciones límite?
Al anochecer la columna hizo su
primer avance importante de apenas 40 metros. Pronto se fue acabando el agua y
los alimentos y aunque todos se ayudaban entre sí, debieron racionar al máximo
todo.
La mayoría dormía en los coches, y
otros en el pasto al costado de la autopista. Por la mañana se avanzó muy poco,
pero nadie perdía las esperanzas de que esa tarde se abriera la ruta
a París.
Pero nada pasó y todo seguía quieto.
Se formaron grupos con un delegado al frente para coordinar la ayuda a los más
débiles, también se ofreció la muchacha del Dauphine para poder atender a los
ancianos.
Algunos enfermaron y, por el empeoramiento
del clima, otros se fueron, abandonando su auto; una anciana falleció dejando a
su esposo sin resignación alguna y otro hombre se suicidó.
En general el relato abunda en
descripciones de lo aterrador que puede ser el comportamiento humano en una
situación límite. Cuando por fin comenzaron a moverse, los personajes vuelven a
su vida normal olvidando casi a todas las personas que llegaron a conocer con
las ansias de poder comer, beber agua, bañarse y todo lo demás que no pudieron
hacer durante esos días que estuvieron en ese embotellamiento e incluso un
romance que se había iniciado no pudo llegar a ser tal vez como ellos lo
deseaban. (Resumen de la Wikipedia).
Este cuentito, La autopista del sur, de Julio Cortázar lo leí como tarea en la
materia de Literatura Universal en tercero de prepa. Me acuerdo muy bien que la
maestra (olvide su nombre) al discutirlo en clase se enfocó en la elegancia y
sencillez de la prosa del argentino.
La
importancia de saber soñar
Y cuando nos dio la palabra, me
atreví a decir casi tartamudeando, que “el cuento estaba inspirado en un sueño
de Cortázar”. Dije algo así como que “en verano todas las autopistas europeas
que vienen del sur se saturan de turistas y seguramente Cortázar se había
basado en una ensoñación que había tenido durante alguno de los frecuentes
embotellamientos”.
Mis compañeros me hicieron bullying y
no faltó quien me dijera que el que estaba soñando era yo, que despertara y me
centrara en el análisis del texto. Hasta yo me reí y allí fue donde se frustró
una posible carrera de crítico literario que mucho me hubiera gustado seguir.
Y para continuar con el tema de los
sueños nada mejor que las películas de Luis Buñuel. Fue en su autobiografía, Mi último suspiro: las memorias de Luis
Buñuel donde descubrí no solamente la diferencia entre un sueño y una
ensoñación, sino también la magia de los sueños dentro de los sueños.
En esta hermosa autobiografía, llena
de buen humor y de la energía devastadora de los surrealistas, de la bohemia; y
sobre todo marcada por la maestría de Buñuel en el arte de contar historias,
descubrí la importancia de la sabiduría surrealista de los sueños.
Pero el maestro confiesa que sus
películas pecaban del terrible defecto de ser demasiado cortas, cosa que no
gustaba ni a los empresarios del cine, ni al público; y que por eso se veía
obligado a intercalar entre las escenas de sus películas sueños o ensoñaciones.
Sueños
dentro de los sueños
Así que según él lo hacía para
alargar sus películas. Sin embargo yo creo que lo hacía con toda intención, ya
que le dio a su cine mordaz, crítico e irónico, un toque de surrealismo, de
magia y de un buen humor llevado al extremo, que hizo de su filmografía toda
una obra magistral, única en su tipo y hasta el momento jamás igualada.
En casi todas sus películas,
pero especialmente en El discreto encanto de la burguesía, Buñuel
lleva el truco surrealista de los sueños a su máxima expresión. Cheque la
siguiente escena:
El comisario
de la policía dice: "Estaba soñando que usted dejaba en libertad a los
detenidos... Oh, los sueños son a veces realmente..." Los dos se ríen
comentando lo inverosímil de la pesadilla, cuando suena el teléfono: es el
Ministro del Interior, que ordena la puesta en libertad de los detenidos...Lo
que antes se soñó se convierte en realidad.
“Buñuel llevó hasta el extremo su
virtuosismo narrativo. Si antes había introducido una función teatral en un
sueño dentro de otro sueño, ahora acaba de introducir un flash-back dentro de
un sueño que a su vez se imbrica en otro sueño”. (Cfr. Fructuoso, Manuel; Buñuel y los sueños).
Un sueño
hecho realidad
También podría citar la película Soñadores de Bernardo Bertolucci,
ambientada en el mayo francés de 1968, pero ya no me alcanza el espacio en esta
nota.
Pero le comento rápidamente que el
protagonista es la juventud, los estudiantes universitarios, que insatisfechos
con la sociedad, planteaban cambios sociales y políticos que desembocaron
durante un mes en enfrentamientos muy duros con las instituciones políticas del
momento.
En México vivimos algo muy parecido y
la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco fue una pesadilla hecha realidad: nos
despertó abruptamente de un sueño que siguió vivo en nuestra memoria colectiva.
Con el triunfo de Andrés Manuel López
Obrador, después de 50 años, aquel sueño parece volverse realidad. La juventud
de ahora, que muy poco sabe de lo que le estoy contando, salió a votar por el
cambio; y seguramente también son jóvenes soñadores que aspiran a vivir en un
México más justo, más seguro y esperanzador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario