sábado, 4 de mayo de 2019

La bondad natural de nuestros pueblos indígenas

Alejandro Mario Fonseca
El célebre director de cine francés, François Truffaut, nació en París en 1932 y murió en 1984. Siempre fue un ávido lector y cinéfilo. Bueno, no siempre, en su condición de orfandad fue  delincuente juvenil (un salvaje malo), y ya mayor: crítico cinematográfico, actor y director de cine.

A comienzos de la década de los 50 fue adoptado por el crítico André Bazin y su esposa Janine. Ya había  transitado por varias instituciones correccionales y desertado del ejército francés.

Pero en el seno de la familia Bazin recibió el afecto y cariño que le había faltado en su familia, y protección ante el sistema legal que lo perseguía.

Si hay un hecho evidente en las películas de Truffaut, es su vida. Todas y cada una de sus 21 cintas son un espejo transparente de su biografía, sentimientos, pensamiento y su inmenso talento; especialmente El pequeño salvaje.

Con danzas recuerdan la Maanza de Cholula

Su amor por la literatura cuenta con un homenaje directo en Fahrenheit 451, donde sus textos preferidos arden bajo el fuego de la dictadura imaginaria que creó Ray Bradbury.

Se entregó por entero al mundo del cine, no sólo como director, sino como protagonista de películas como El pequeño salvaje, particular homenaje a Rousseau, y La noche americana, por la que recibió el Oscar a la Mejor película extranjera. (Cfr. Wikipedia).


El mito del buen salvaje
Por allá a mediados de los años 70 tuve la fortuna de ver la película El pequeño salvaje (L'Enfant sauvage), basada en hechos reales, es una cinta de 1970, inspirada en la historia de un niño que en 1790 fue encontrado en los bosques de Francia, cerca de Toulouse.

 El niño aparentemente había pasado toda la niñez sólo, no se sabía su edad, pero los habitantes del lugar calcularon que tenía 12 años. La película se desarrolla alrededor del año 1800 en Francia y se basa en la biografía de Victor de Aveyron, tal como fue recogida por el médico Dr. Jean Itard.

Y ojo, estimado lector, esta película trata la importancia que tienen la educación y el proceso de socialización en el ser humano y las implicaciones que tiene su ausencia.

Y aquí viene lo más importante: Truffaut muestra el contraste entre la libertad, ingenuidad y felicidad del ser humano en estado natural y la hipocresía y corrupción de la civilización.

Pero el mito del buen salvaje nos sigue conmoviendo. El tema acerca de la bondad del ser humano aparece en conjunción con lo exótico de los pueblos primitivos en obras que son ya universales como El libro de la selva o Tarzán así como en El Señor de las Moscas, tanto en la novela de 1954 como en la película homónima de 1990.

Y ya entrados en materia, vale la pena comentar obras de ciencia ficción claramente influidas por el Buen Salvaje, tales como Avatar o Un mundo feliz, que desarrollan el mito llevándolo a extremos sobre las aberraciones e injusticias de las sociedades humanas modernas.


A 500 años de  la llegada de Hernán Cortes a México
Y le cuento todo esto, porque los mexicanos estamos “festejando”, ¿recordando?, no, mejor voy a decir conmemorando, (el ´termino oficial que se utilizó aquí en Cholula) los 500 años de la llegada de Hernán Cortés.

Con dos programas, uno en abril, que ya concluyó y otro en octubre, mes en el que se recordará la Matanza de Cholula ocurrida el 18 de octubre de 1519, la Secretaría de Cultura de San Andrés Cholula conmemorará los 500 años de la llegada de Hernán Cortés a estas tierras.

El titular de Cultura en dicho municipio, Julio Glockner Rossainz, informó que dichas conmemoraciones comenzaría  el domingo 21 de abril con un ciclo de conferencias en el Museo Regional de Cholula, y cerrarían el día 26 en la Casa de cultura Tlanezcalli con un simposio organizado por Guy Rozat, quien desde hace 15 años organiza un seminario en el Instituto Nacional de Antropología e Historia y en la Universidad Veracruzana, donde se han formado historiadores y académicos reconocidos.

El antropólogo Glockner señaló que, en coordinación con los municipios de San Andrés Cholula y Puebla, el programa conmemorará el “quinto centenario del desembarco de Hernán Cortés en la isla de Cozumel y Veracruz, así como el largo recorrido que realizó hasta llegar a la Gran Tenochtitlán”.


México una nación multicultural
Fue ahí, dijo durante una conferencia de medios, donde “después de cruentas batallas y un prolongado sitio, Tenochtitlán fue finalmente sometida con la captura del joven emperador Cuauhtémoc, en julio de 1521, reconociéndose así Cortés como gobernador y capitán general de la Nueva España”.

Ese hecho, acotó Julio Glockner, marcó el origen de México como futura nación multicultural. La nación, se gestó en las primeras décadas del siglo XVI y se prolongó durante los siguientes 300 años de colonización, en los que la Nueva España se vio inmersa “en un intenso proceso de occidentalización en el que gradualmente se mezclaron y combinaron las tradiciones europeas con las mesoamericanas a través de complejos procesos de sincretismo religioso y mestizaje cultural”.

Usted puede encontrar las conferencias en el sitio De Cholula para el Mundo, en Facebook.

Y ya para terminar, quisiera comentar brevemente la plática "La conquista en los libros de texto" impartida por Jorge Gómez Izquierdo. Y es que me convenció de que los mexicanos seguimos todavía con un gran resentimiento.

Debo confesar que esta plática me dejó consternado. La insistencia de Gómez Izquierdo en que los libros de texto “oficiales” fomentan el racismo y un complejo de inferioridad ya muy acendrado hacia y de nuestros pueblos indígenas; me pareció más que exagerada.

Por ejemplo, él nos pinta el mito de Quetzalcóatl, esa superstición de la llegada de Dios en la figura del hombre blanco y barbado, como el augurio de la servidumbre eterna a la que están condenados nuestros pueblos indígenas.

Yo me resisto, como lo hice con toda naturalidad desde niño, a este tipo de interpretaciones.  Y me atengo a la crítica que Octavio Paz haría reiteradamente a nuestros historiadores: influidos por el marxismo y el positivismo están condenados al determinismo histórico.

Así que me conformo con la concepción que siempre he tenido desde pequeño, a pesar de los libros de texto: una imagen humilde y generosa de nuestros indígenas, buenos por naturaleza. Incluso más humana que la del humanismo europeo de hace 500 años, o la mismísima Ilustración, proyecto en el que, querámoslo o no los mexicanos todos seguimos inscritos.

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