Alejandro Mario Fonseca
Para
muestra un botón, es una expresión popular que
significa o denota que no resulta necesario mostrarlo o enseñarlo todo, ya que
de un ejemplo se puede deducir fácilmente todo lo que falta por descubrir.
Pues partiendo de esta premisa aquí
está la muestra, o el botón que puede ayudar a los indecisos a
votar correctamente el próximo 2 de junio en Puebla.
Se trata de
una larga cita que hace AMLO en su libro 2018 La Salida, de un ensayo
que escribió Enrique Cárdenas en el periódico El Universal del 14 de
octubre de 2016, titulado El salario mínimo no alcanza para lo mínimo:
Por qué votar por el Dr. Enrique Cárdenas |
El establecimiento del salario mínimo legal en México ocurrió con la
promulgación de la Constitución de 1917. En aquél momento, el nuestro era uno
de los poquísimos países que lo habían incorporado.
El establecimiento del salario mínimo obedeció a la enorme pérdida del
poder adquisitivo de los salarios que había ocurrido a lo largo del conflicto
armado, pues se desató lo que podríamos llamar una hiperinflación. Nunca hemos
tenido un evento semejante en nuestra historia.
De entonces en adelante, siempre se definió al salario mínimo como aquel
que debía ser suficiente para sostener dignamente a su trabajador y a su
familia, nada más, pero nada menos.
Así, a partir de una reivindicación social, el salario mínimo se ha
utilizado de diversas maneras en el tiempo. De la década de los cuarenta a
fines de los sesenta se logró incorporar en el salario mínimo una parte de la
productividad que generaba el trabajador, lo que permitió que aumentara su poder adquisitivo.
El salario mínimo durante los últimos
50 años
En 1969 era de 185 pesos diarios a precios de hoy. Hoy sólo es de 73
pesos. En los años de expansión petrolera, aumentó a más de 250 pesos diarios
(a precios actuales), pero en 1981 bajó a 226 pesos.
Luego, a partir de la crisis de la deuda en 1982, la enorme inflación y
la contracción macroeconómica que siguió, el salario mínimo a precios de hoy se
colapsó a 71.50 pesos en 1996 (a precios actuales).
Durante esos años de alta inflación, el gobierno utilizó el control de
los salarios y su influencia para mandar señales al resto de los mercados: se
convirtió en un ancla para controlar la inflación, por eso su poder adquisitivo
cayó tanto.
Finalmente, a raíz de la estabilización macroeconómica poscrisis de
1994-1995, el salario mínimo en términos reales quedó estancado prácticamente
hasta hoy y fluctúa entre 69 y 73 pesos, a pesar de las ganancias en
productividad que ha experimentado la economía. Esa ha sido la trayectoria de
los salarios mínimos a precios actuales por casi cincuenta años.
Pero la pregunta importante es ¿alcanza el salario mínimo para que una
persona y un dependiente económico vivan dignamente? Para ello, debemos ver los
datos de la Coneval, que marcan la línea de bienestar mínimo (sólo
alimentación) en 1,334 pesos mensuales por persona, y 2,702 pesos como línea de
bienestar urbana, que incluye también otros gastos.
Así, el ingreso diario que debe tener una persona que se sostenga a sí
misma y a una más es de 89 pesos (1334x2/30) si sólo vive de alimentos, o bien,
de 180 pesos (2702x2/30) si puede cubrir los demás gastos en el ámbito urbano.
En otras palabras: en nuestro salario mínimo actual de 73 pesos… hacen
falta otros 16 para no morirse de hambre, y 107 pesos para alcanzar un nivel
mínimamente digno para alcanzar el bienestar.
Un salario mínimo digno
La discusión sobre la conveniencia o deber de aumentar el salario mínimo
ha tomado diversos giros, Uno de ellos es que las autoridades y
empresarios se han negado a elevarlo; el
argumento es que puede generarse un espiral inflacionaria. En términos
porcentuales y si esto se repitiese en todos los salarios del país, tienen
razón.
Ahora bien, este “efecto faro” también se da a la inversa. Un patrón que
paga dos salarios mínimos por trabajador, seguramente piensa que paga bien a su
gente; al final, es el doble de lo que exige la ley. No considera que, incluso
en el ámbito moral, le hace un mal: dos salarios mínimos, 146 pesos
diarios, tampoco alcanzan para que una
persona y su dependiente vivan dignamente.
Entonces, un salario mínimo legal tan bajo “jala” los demás salarios a la
baja. Sólo para evitar esta indeseable consecuencia, es menester amentar el salario
mínimo.
En México, desde los años sesenta y hasta antes de 1982 el salario mínimo
sí era suficiente para vivir dignamente. De entonces para acá, esta paga
simplemente no alcanza. ¿Por qué antes se podían pagar esos salarios y ahora se
argumenta que no es posible?
De esos días a la fecha, ¿no hemos progresado nada? Si nuestra economía,
la 16 del mundo, no puede con esos salarios mínimos, algo está muy mal. No hay
pretexto para insistir en mantener los salarios por debajo de la línea de
bienestar.
Cárdenas debió ser el candidato de
AMLO para gobernar Puebla, no Barbosa
Como dije
al principio, todo esto lo dice Enrique Cárdenas, no Andrés Manuel López
Obrador. Pero se trata de una larga cita que AMLO hace de Cárdenas en su libro,
para apoyar sus argumentos en pro de un salario mínimo digno. Y en general de
sus propuestas en política laboral.
La gran pregunta es ¿por qué el Dr. Enrique Cárdenas
no fue el candidato original de Morena para gobernador de Puebla? Yo creía que
por los compromisos políticos que AMLO tenía con Barbosa. Y lo sigo creyendo,
pero hay otras razones más interesantes, por ejemplo la diferencia entre ambos
en cuanto a política energética.
Dijo
Enrique Cárdenas: “Fui invitado por Morena hace un año, fue cuando entré a la
política”. Esto fue en una entrevista con SinEmbargo durante
una visita breve a la Ciudad de México. (11/5/19).
Y agregó: “Coincido
con Andrés Manuel en varias cosas. Como la lucha contra la corrupción, la
inseguridad, la impunidad, desigualdad, pobreza. En esa parte coincidimos. Pero
no estoy de acuerdo en muchas de las cosas que ha hecho tampoco. Desde entonces
no estaba de acuerdo y lo dije públicamente. Quizá por eso no llegué”, (lo dijo
riendo).
Y a
insistencia del entrevistador acotó: “Sí,
no estaba de acuerdo en su política energética, por ejemplo. Me puse muy serio
un día por lo que está pasando en el sector energético y no dudo que Pemex
acabe hundiéndonos a todos”, aseguró el economista por la Universidad de
Yale.
Mi
conclusión de todo esto, es que debemos votar por Don Enrique, aunque muy
probablemente sea Barbosa el que gane las elecciones. Por dignidad, así como
México requiere de salarios dignos, también requiere de votantes dignos.
Y también
concluyo, la obsesión petrolera de AMLO sigue preocupándome, ya lo había
comentado antes: probablemente sea lo que dé al traste con la 4 T.
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