Libreta arquitectónica.
Mishell Altamirano.
Torre insignia Tlatelolco |
En
la esquina suroeste del Conjunto, dentro de la UH1 y a los pies del puente de
Nonoalco, se levanta este edificio de 127 metros de altura, diseñado como una
nueva propuesta en el contorno urbano por el propio arquitecto Mario Pani, como
un faro hacia la modernidad.
Este
edificio, ha tenido varios nombres: como el arquitecto Pani en el sembrado del
Conjunto Urbano lo denominó con la letra D, a veces suele llamársele Edificio D porque así estaba marcada en
los sembrados y planos de conjunto¸ pero se le ha nombrado como Torre Emblema, Torre Ícono, Torre Insignia,
Edificio Corporativo Tlatelolco, Torre de Banobras, siendo más famoso este
último nombre, y finalmente, a partir del año 2012, cuando fue reinaugurada
después de una extensa labor de rehabilitación, el presidente en turno, Felipe
Calderón, la renombra como Torre
Independencia.
La
construcción de la torre, inicia en
el año de 1962, y culmina en 1966, siendo un reto muy difícil, dado que se
encuentra sobre una zona altamente sísmica; por ello contó con lo último en
tecnología en cuanto a amortiguadores sísmicos, lo que evito que colapsase
durante los sismos de 1985. El diseño de esta torre, sin precedentes en el
mundo, se desarrolla como un pico afilado en forma de pirámide, realizado a
base de mampostería triangular, con dos caras planas. La torre fue el edificio
más alto de Latinoamérica en ser construido a base de concreto, el tercero a
nivel mundial. En total, se desarrollarían 21 mil 8 metros cuadrados de plantas
disponibles para uso corporativo, en un edificio que cuenta con 22 niveles de
oficinas, a los cuales se asciende a través de 4 elevadores, que alcanzaban una
velocidad de 2 metros por segundo; el nivel 30 fue destinado a un mirador desde
el cual se puede dominar todo el Valle de México, y por ende, se puede
disfrutar de una inmejorable vista del Conjunto Urbano Adolfo López Mateos en
Nonoalco Tlaltelolco. La Torre Insignia, con sus 127 metros de altura, se
convirtió en el segundo edificio más alto de la ciudad, tan solo después de la
Torre Latinoamericana, y en uno de los diez edificios de mayor altura de
Latinoamérica.
Las
fachadas, cubiertas por una cortina de cristal transparente, siguiendo la línea
de tonos claros empleada en el diseño, dejan al descubierto a la estructura al
llegar al nivel 30, para escuchar el bello y elegante carillón que el Reino de
Bélgica dona a nuestro país en conmemoración por los 150 años de la
Independencia de México, compuesto por 43 campanas, accionadas a través de tres
mecanismos: automático programado, electrónico preestablecido, y manual
accionado por una pianola con teclas sumamente duras, colocada en una cabina
situada en la cima del edificio. Las cuatro campanas más grandes de este
elemento sonoro fueron llamadas en memoria de los héroes nacionales: Hidalgo, Morelos, Cuauhtémoc y Madero,
una quinta fue nombrada en honor del presidente López Mateos, y la sexta, recibió el nombre de la madrina del
carillón, embajadora de Bélgica en México: Elizabeth
Lacroix, en un orden de la más grande a las subsecuentes más pequeñas,
aunque en todo el mundo no existe una campana tan grande como la primera. Por
ello la importancia de este edificio en la historia de la ciudad, pues en su
interior contiene uno de los cuatro carrillones existentes en México, seguido
de los carrillones de la Torre Latinoamericana de 1958, el de la Basílica de
Guadalupe que data de 1990, y del Instituto Politécnico Nacional, este último,
el mas antiguo de todos, fue desmontado a mediados de los setenta, actualmente
lo podemos admirar a lo alto de una estructura especialmente diseñada para ello
en la denominada Plaza del Carrillón de
Zacatenco, diseñada por el Ing. Arq. Sergio Escobedo, profesor de la ESIA
Tecamachalco.
En
los costados laterales, con un diseño que se asemeja al pico de un águila que
va descendiendo, casi tocando la cima, Carlos Mérida desarrollaría un pequeño
experimento de mural, con mosaicos venecianos, de bello resplandor, pero por la
fuerza de los vientos, mismos que terminaron arrancando los mosaicos, se
determinó pintarlo, primero sobre el concreto, después sobre el recubrimiento
que le fue colocado durante las obras de ampliación al finalizar los años 70, a
base de aluminio, que mágicamente tiñen a la torre con el dulce reflejo dorado
del sol que sobre él impacta al amanecer y al atardecer.
Originalmente
el edificio iba a ser vendido a particulares, pero se eligió, por orden de
Gustavo Díaz Ordaz, que el conjunto albergara las oficinas centrales del banco
que hizo posible la construcción de la obra, BANAHIPO, el cual, a partir de
1970, cambia su nombre a Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos S.A.,
primero identificado como BNOSPSA y luego BANOBRAS; es de aquí, que la gente lo
identifica con el nombre de Torre de
Banobras.
Hacia
finales de la década de los setenta, se hacen adecuaciones a la torre, las
cuales incluyeron un núcleo de escaleras de emergencia, alrededor de dos nuevos
ascensores, ubicado hacia el norte del edificio principal; desaparecen las
plazas de acceso elevadas, siendo techadas y destinadas a más oficinas;
comprende igualmente el recubrimiento de aluminio en la torre, el cambio de
cristales claros por vidrios templados, así como también se construye un
segundo bloque con 4 niveles para estacionamiento, en un espacio ubicado entre
la avenida Insurgentes y el edificio Pedro Moreno, esto al norte del conjunto.
Con estas ampliaciones y adecuaciones, el conjunto alcanzaría un área
construida de cerca de 23 mil 500 metros cuadrados, en una torre transformada
hacia una tonalidad más seria.
El
banco estatal, fundado en 1926 durante el periodo del economista Alberto J.
Pani como secretario de Hacienda, con la finalidad de reconstruir y modernizar
al país después de la Revolución Mexicana, se traslada de su vieja sede ubicada
en el edificio de la calle de Lafragua 3, perímetro de la Plaza de la
República, actualmente ocupado por la CROP del PRI, en el año de 1967, y
operaría en la torre de Tlatelolco hasta el año de 1995, una vez finalizados los
trabajos de reconstrucción de la Unidad tras de los sismos de 1985.
Hemos llegado a febrero, 2015,
apenas vamos arrancando un nuevo ciclo que deseo sea exitoso para todos
ustedes, estimados lectores, que mes con mes nos agracian con su lectura.
Mientras Dios nos lo permita, seguiré escribiendo esta libreta arquitectónica,
para enriquecer los conocimientos que se tienen de los edificios de nuestro
conjunto urbano. Búsquenme en las redes: Twitter @Mishell_Alta, o en Facebook
como Mishell Altamirano; ahí les podre atendercon el mismo agrado de siempre, y
les agradezco a Antonio Fonseca y Miguel Ángel Márez seguir trabajando en esta
revista, para todos ustedes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario