Alejandro Mario Fonseca
El día de ayer 8 de agosto murió a la
edad de 83 años Eduardo Del Río apodado cariñosamente RIUS. Cuándo me enteré,
sentí algo muy curioso: sentí alegría. Y es que para mí y sospecho que para
muchos mexicanos de mi generación RIUS era y seguirá siendo sinónimo de
alegría, de sana diversión.
Reflexionando sobre mis sentimientos,
me acordé de la película de Akira Kurosawa, Los sueños. La primera
vez que la vi fue hace alrededor de 25 años. Y confieso que la he visto
fácilmente unas seis veces, y con gusto la volveré a ver.
Específicamente me acordé del octavo
sueño, el último del filme, en el cuál Kurosawa aborda el tema de la ecología
en combinación con la muerte. Es paradójico lo sé, pero la muerte puede estar
asociada a la alegría.
Una de las grandes historietas de Rius: "Losa Agachados" |
Y desde la óptica de la ecología
profunda, verde oscuro, no de la ecología negocio, vana y superficial a la que nos ha acostumbrado nuestra clase
política; la muerte en un ecosistema sostenible es motivo de festejo, de fiesta.
Es más, para las filosofías y
religiones orientales como el hinduismo, el budismo y muchas otras, la muerte
no es más que un nuevo comienzo. Y yo no sé por qué acá en occidente para el
catolicismo y en general para el cristianismo la muerte suele ser motivo de
pena, de pérdida, en suma de tristeza: la frase Dios lo tenga en su gloria debería ser motivo de alegría.
Sueños de Akira Kurosawa
Pero ese es otro tema, regreso a lo
que les quiero comentar. Akira Kurosawa (Shinagawa, 23 de
marzo de 1910-Setagaya, 6 de septiembre de 1998) fue
uno de los más célebres directores de cine japonés. Comenzó su carrera
con Sugata Sanshiro (La leyenda del gran Judo) y
dirigió más de 30 películas, entre ellas algunas tan conocidas como Los
siete samuráis, Rashōmon o Dersu Uzala. En 1990
recibió un Óscar honorífico por su trayectoria.
Sueños, también conocida
como Los Sueños de Akira Kurosawa es
una película producida en Japón y financiada
en Estados Unidos en el año 1990 de carácter
dramático-fantástico, que se divide en ocho segmentos, correspondientes a ocho
sueños reales del propio director.
En ella, Kurosawa, intenta concientizar
a la gente sobre los errores que se están cometiendo usando el sonido y la
visión como métodos principales de persuasión. Al parecer, los ocho sueños se
suceden en diferentes tramos de la vida de Akira, a juzgar por el crecimiento
de su principal protagonista a lo largo del filme.
La película se proyectó fuera de
concurso en el Festival de Cine de Cannes 1990 y hasta hoy en día ha recibido
buenas críticas.
Los temas principales que aborda son:
la infancia, la espiritualidad, el arte, la muerte, los desastres universales y
los errores del hombre con respecto al mundo; todos los segmentos de la
película muestran un lado literal y otro metafórico. (Cfr. Wikipedia).
El Pueblo de los Molinos de Agua
Y al grano, en el octavo sueño un
joven entra en un tranquilo pueblo, donde cada casa o construcción dispone de
un molino de agua. El viajero se encuentra con un hombre viejo y sabio que está
arreglando una rueda de un molino de agua que se ha descompuesto.
El anciano explica que las personas
de su pueblo decidieron renunciar a la contaminación que produce la tecnología
moderna y optaron por regresar a una era más buena y más limpia, que la
sociedad había abandonado ya hacía mucho. Ellos han escogido la salud
espiritual en lugar de la conveniencia, y el viajero queda sorprendido e
intrigado por esta idea.
Al final de la secuencia (y la
película), tiene lugar en el pueblo el cortejo fúnebre de una anciana, en el
que en lugar de llorar, las personas celebran con alegría lo que perciben como
el final correcto para una buena vida. Este segmento fue filmado en la
granja Daio Wasabi, situado en la prefectura de Nagano. (Cfr. Wikipedia).
Y regresando al tema de la muerte de
RIUS el día de ayer, pues sí, eso fue lo que sentí: alegría y deseos de festejar
por haber tenido la suerte de conocer desde niño la obra de Eduardo Del Río, el
filósofo, el maestro, el monero.
Los
Supermachos, los Agachados, La Garrapata…
Yo tendría unos 13 o 14 años cuando
cayó en mis manos la historieta de Los Supermachos. Ya antes había leído a escondidas de mi papá Chanoc, Los
Supersabios y alguna otra (por hablar de los mexicanos); en mi casa estaban prohibidos los comics, historietas ilustradas o
“cuentos” como les llamábamos los niños.
Uno de sus mayores éxitos fue la historieta Los
Supermachos, con la cual RIUS empezó su tarea educativa, combinando
el humor y la política. Su éxito fue inusitado: alcanzó un tiraje semanal de
250 mil ejemplares.
México estaba habido de crítica
política y Los Supermachos era una historieta que cumplía cabalmente su
papel didáctico y político que tanto urgía a la sociedad mexicana. A la revista
le pasaría algo parecido a lo que le sucedió al diario Excélsior de Julio Scherer unos
años después.
En 1968 el
editor de la revista, presionado por el gobierno, le quitó los personajes a
RIUS, quien se vio obligado a fundar un nuevo cómic: Los
Agachados. Que resultó ser clave para entender la gran producción editorial de RIUS. En esta revista, abordó todos los temas
imaginables: política, religión, sexo, música, futbol, economía, filosofía,
historia, ecología, vegetarianismo y naturismo, física, etc.
Con esto,
formó una fuente de material importante, el cual recurrentemente utilizaba,
revisándolo y corrigiéndolo, para hacer sus libros. (Cfr. Wikipedia).
Muere un
gigante de la educación política
Después vendría La Garrapata, una revista
que se convertiría en semillero de excelentes jóvenes caricaturistas como AB,
Naranjo y Helio Flores. Yo no me la perdía, como me hacía reír La
Garrapata (El azote de los bueyes).
En esa época RIUS sería secuestrado
por órdenes del entonces secretario de gobernación Luis Echeverría y estuvo a
punto de perder la vida. Había publicado un cartón en el que mostraba al
presidente Gustavo Díaz Ordaz vestido como monaguillo, con una cachiporra en
una mano y una suástica en la otra.
Así que el día de ayer los mexicanos
hemos perdido a un gran maestro, que con sus historietas, revistas y libros se convertiría en una
suerte de Secretaría de Educación Pública alternativa y critica en la que
muchos nos formamos políticamente. Y no es motivo de tristeza, sino de felicidad
haber contado con él. Eduardo Del Río (RIUS) ¡Descanse en paz este gigante de
la educación crítica política!
No hay comentarios:
Publicar un comentario