Por Félix Carbajal Juárez
Durante todo el tiempo que Miguel
Angel Mancera ha estado al frente del Gobierno del antes Distrito Federal y
ahora, Ciudad de México, ha pregonado a los cuatro vientos que esta ciudad ha
estado exenta del Crimen Organizado.
Desafortunadamente para él, los
últimos acontecimientos delictivos en la ciudad y que tuvieron sus culminación
con el enfrentamiento en la delegación Tláhuac de elementos de la marina con la
banda delincuencial liderada por el muy popular delincuente Felipe de Jesús
Pérez, apodado el “Ojos”, ha puesto al descubierto la enorme y añeja maraña
delictiva, tejida entre funcionarios delegacionales, entre los que no escapa el
propio delegado Rigoberto, familiares de éste y un sinnúmero de delincuentes
disfrazados de moto taxistas, amparados por los propios policías, supuestamente
encargados del orden sin que nuestro brillante Jefe de gobierno se
enterase de la existencia de dicha trama delictiva.
Sin embargo, tan pronto se hizo
público la existencia de tal organización delictiva, el jefe de gobierno Dr.
Miguel Angel Mancera, desarrolló todo un operativo policíaco en Tláhuac, he hizo la
correspondiente declaración en el sentido de iniciar la recuperación a la
legalidad
de dicha demarcación. Tal pareciera; que estuviéramos en el caso típico
burocrático de corrupción autorizada.
Rigoberto-Salgado-Vázquez-con-Andrés-Manuel-López-Obrador. |
Donde el Jefe o superior jerárquico
en turno cede la dirección y control a un funcionario subordinado o de menor
jerarquía para que establezca y dirija toda la operación ilegal a sabiendas que de ser descubierta, el “jefe
en defensa de su propia imagen y de la imagen de la Institución, sancionará
severamente a quien hasta ese entonces era su protegido, argumentando el
desconocimiento de lo que acontecía.”
A unos meses de la apertura del
proceso para las elecciones de los distintos candidatos presidenciales en los
diferentes partidos políticos, mal empieza la imagen de Miguel Angel Mancera.
Mal y de malas, les está yendo
también, a los agoreros de la quiebra de Petróleos Mexicanos y la esperada caída
en crisis profunda de la economía nacional, como producto de las reformas
efectuadas por el gobierno de Enrique Peña Nieto y, que tuvieron la máxima
expresión de sus protestas en las manifestaciones político-vandálicas más
grandes de los últimos años, supuestamente espontaneas, por el incremento en
los precios de los combustibles, popularmente llamado “gasolinazo”.
Tanto la economía nacional como la de
Petróleos Mexicanos, no solo no se colapsaron sino que han mejorado, lento pero
paulatina y sostenidamente, al grado de obtener reconocimiento internacional
que ha modificado su calificación crediticia, en beneficio tanto de las
finanzas públicas como de las privadas, originando satisfacción y disminuyendo
las críticas al gobierno federal de las organizaciones de la iniciativa
privada. Un respiro para EPN y su gobierno.
Al mismo tiempo, han aflorado los
posibles nexos y corruptelas de miembros de los partidos políticos y gobiernos
de oposición al partido en el gobierno federal (PRI), que han dañado
ostensiblemente la credibilidad en la honestidad y rectitud que estos pregonan.
Han quedado al descubierto, tanto
diputadas panistas siendo cómplices de gobernadores priistas enjuiciados, como
de recaudadoras y delegados morenistas ligados al crimen organizado o de lavado
de dinero y, el gobierno perredista en la capital del país, pasando por alto la
delincuencia sin mover un dedo para detenerla y, además; negando su existencia.
Sin querer; están reposicionando al alicaído PRI, en la contienda presidencial que
se avecina.
Bien, muy bien, por la mejoría en la economía
nacional. Mal muy mal, por el desarrollo y conducta de los personajes públicos
inmiscuidos en los distintos partidos políticos que aspiran a dirigir los
destinos del país, obligándonos a la vieja decisión, de elegir al menos malo y
quedarnos con el amargo sabor de boca por dicha decisión… Lástima.
Hasta la próxima…
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