Alejandro Mario Fonseca
Hace casi dos semanas tuve la fortuna
de asistir a una misa en la Parroquia de San Pedro, aquí en Cholula. Últimamente
he tenido la oportunidad de reencontrarme con mi niñez y de disfrutar las misas
dominicales. Lo que pasa es que eventualmente me ha tocado apadrinar eventos
religiosos.
La última me gustó mucho, se trató de
un levantamiento de cruz, de un novenario, en este caso el sacerdote que dio la
misa fue Miguel Viveros, sí el mismísimo y controvertido sustituto del Padre
Tapia, tan querido y estimado por los devotos de Cholula, después de 35 años de
servicios.
Escuché su sermón con curiosidad,
estaba en mi memoria una burda acusación de corrupción contra Viveros, en la que
le achacaban malos manejos en las limosnas que ingresan en los más de 30
templos activos de Cholula. Además, aseguraban que hay cobros elevados para la
realización de misas y demás servicios.
Pero lo que quiero comentar de
entrada son las palabras del padre Viveros en su homilía, ese discurso o sermón
sencillo que pronuncia en público un sacerdote y que contiene explicaciones o
instrucciones sobre ciertas materias religiosas, a menudo relacionadas con la
sociedad o la actualidad.
Parroquia de San Pedro, Cholula |
Habló del pasaje bíblico de la multiplicación de los panes y los peces.
Ese sermón que hoy nuestra clase política, mordiéndose la lengua, tacharía de populista: “no les den peces,
enséñenles a pescar”.
Yo lo entendí muy bien, en realidad
habló de algo que es clave para nuestra vida: la necesidad que tenemos de
compartir lo que somos y lo que poseemos, sea mucho o poco, con quien requiere
nuestra ayuda y nuestro apoyo.
Jesús anda
sobre el mar (Mateo 14:22-33)
Pero lo que más me gustó fueron los
versículos siguientes, los que hablan de la fe. Estaban frente al mar de Galilea (lago Tiberiades) y después de la multiplicación
del pan y los peces, el Maestro Jesús nos regaló una hermosa lección:
22 En seguida Jesús hizo a
sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre
tanto que él despedía a la multitud.
23 Despedida la multitud,
subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
24 Y ya la barca estaba en
medio del mar, azotado por las olas; porque el viento era contrario.
25 Mas a la cuarta vigilia de
la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
26 Y los discípulos, viéndole
andar sobre el mar, se turbaron, diciendo ¡Un fantasma! Y dieron voces de
miedo.
27 Pero en seguida Jesús les
habló, diciendo ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
28 Entonces le respondió
Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
29 Y él dijo: Ven. Y
descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
30 Pero al ver el fuerte
viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo ¡Señor,
sálvame!
31 Al momento Jesús,
extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué
dudaste?
32 Y cuando ellos subieron en
la barca, se calmó el viento.
33 Entonces los que estaban
en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.
¿Qué es la
fe?
Y regresando a la homilía de Viveros,
o yo no le entendí, o se hizo bolas y no aclaró su concepto de fe. Se fue por
las ramas y regaño a sus fieles “por su falta de fe y por ver tantas
telenovelas que les afectan y los tienen aturdidos y confundidos”. Haciéndose
el chistoso se dio a sí mismo una ligera cachetada y dijo “ya sé que no debo
hablar de esto”.
Bueno, pero lo que me interesa es el
tema de la fe. Eso que ya perdimos muchos mexicanos ante tanto abuso,
despilfarro, corrupción e impunidad. ¿Cómo vamos a tener fe si ya el miedo, la
angustia, se apoderó de nosotros? La fe es confianza. En seguida me explico.
Uno de los conceptos de fe que más me
gustan es el de Kierkegaard el
prolífico filósofo y teólogo danés del siglo XIX.
Se le considera el padre del existencialismo, por hacer filosofía de la
condición de la existencia humana, por centrar su interés en el individuo y la
subjetividad, en la libertad y la responsabilidad, en la desesperación y la
angustia.
Para Kierkegaard la fe es la certeza
interior que anticipa la infinitud. “Si
se administran de un modo ordenado los descubrimientos de la posibilidad, está
pondrá de manifiesto las cosas finitas, pero las idealizará en la forma de la
infinitud, y violentará en la angustia al individuo, para que éste la venza
nuevamente en la anticipación de la fe”.
Debemos
recuperar la salud social
Hermoso concepto del filósofo danés y
enorme su actualidad. Si, enorme para nosotros los mexicanos que vivimos en el
miedo, la angustia y la desesperación. Estamos gobernados por sátrapas, si por
mandatarios cueles y déspotas, aunque también ladinos, que como los persas
en la antigüedad, nos roban y se burlan
de nosotros mostrándonos escandalosamente sus lujos e impunidad.
Y es que la fe es confianza. No tengo
nada en contra de los prelados de la iglesia católica, ni de las agrupaciones
cristianas. Pero sus discursos incrementan mi angustia. Hay que tomar al toro
por los cuernos, y quién mejor para hacerlo, que alguien que encarna “la
palabra de Dios”.
No debemos quedarnos esperando que
Dios lo haga todo. Qué bueno que mucha gente todavía confía en los preceptos
divinos y tiene la suerte de gozar de una fe inquebrantable que le da seguridad
y confianza.
Pero no basta, también debemos
recuperar la confianza entre nosotros mismos. Y en este terreno la esperanza no
ayuda mucho, debemos actuar. Viveros lo esbozo pero no fue suficientemente
claro y persuasivo. Recuperar la confianza significa vivir en la verdad.
México está enfermo, debemos
recuperar la salud social que poco a poco se ha ido deteriorando por los malos
gobiernos, corruptos y depredadores. Necesitamos participar, actuar
políticamente, votando por los mejores, pero también exigiéndoles que hagan
bien su trabajo.
Es difícil caminar por las aguas
turbias e inseguras de un México violento gobernado por sátrapas; y más difícil
todavía hacerlo cuando soplan vientos huracanados que vienen del norte; pero
las buenas noticias son que peor ya no podemos estar y que no somos pocos los
que todavía conservamos la fe.
Bibliografía: Kierkegaard, Søren; El concepto de la angustia;
Espasa Calpe; México; 1986.
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