viernes, 9 de marzo de 2018

En México la política cuesta y cuesta mucho

Alejandro Mario Fonseca

¿Ha escuchado usted alguna vez la frase picando piedra? Es una expresión relacionada con el castigo a los reos en las cárceles. Se trata de imágenes que nos vienen a la mente gracias a las películas que veíamos de niños.
Picar piedra significa castigo por los delitos cometidos o por la mala conducta del reo en el presidio. De lo que se trata es de ablandar al preso para que se comporte bien durante su estancia en el presidio, pero también para que cuando salga “haya aprendido la lección”.
Sin embargo la expresión tiene por lo menos otra acepción, aquella relacionada con la política. Sí, la que se refiere al quehacer político de la gente pobre; la de los que carecen de dinero y/o de recursos para destacar en los foros políticos.
Y llegados a este punto, discúlpenme mis amigos priistas, pero el paradigma del político priista es el mejor ejemplo. Existen dos tipos de priistas, la élite, los herederos de los caudillos o caciques triunfantes de la Revolución (los dueños del PRI); y los demás, las clientelas, los que trabajan para los primeros.
Desde luego que la realidad es mucho más compleja, pero con fines didácticos, buscando comprender el entuerto, permítame usted abusar del esquema. En la élite están los “niños bien”, aquellos a los que todo se les da con facilidad: alimentación, salud y “educación de calidad”.
Ya mayorcitos se convierten en la élite priista, los que heredan el poder, los que mandan. Desde muy jóvenes aprenden a ganar mucho dinero sin esforzarse. Llegan a ser empresarios, líderes sindicales, diputados, gobernadores, secretarios de Estado y hasta presidentes.

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No es lo mismo “picar piedra”, que “cargarle el portafolios al padrino”
El otro tipo de priista es el representado por las clientelas de la élite. Desde pequeños ven a sus padres trabajando duro para ganarse la confianza del patrón. Llegan a creer en el sistema y se entregan plenamente a su trabajo, seguros de que algún día les hará justicia la Revolución.
La gran mayoría fracasan y permanecen toda su vida “picando piedra”. Pero algunos tienen suerte y son lo suficientemente hábiles para ganarse la confianza de su patrón, que hasta puede llegar a convertirse en su padrino.
Y ya, estimado lector, casi sin darnos cuenta apareció la segunda acepción del término picando piedra. No sé si la anécdota sea cierta, pero hay priistas que cuentan que Enrique Peña Nieto era de este tipo de priistas: “era el sobrino pobre que le cargaba el portafolios a su tío Aturo Montiel”.
Desde luego que lo de la “picada de piedra” es una metáfora, pero sin duda hay muchos ejemplos de priistas que viniendo de la adversidad, es decir de la pobreza, con disciplina y dedicación; y sobre todo con lealtad e incondicionalidad a sus padrinos, lograron ascender hasta lo más alto de la clase política.


Picando piedra para alcanzar poder político
Se trataría de aquellos políticos de clase media o incluso de extracción popular, que han brillado gracias a la combinación de la suerte con el esfuerzo personal.
Siempre los ha habido, incluso puedo mencionar algunos casos emblemáticos, además algunos siguen vigentes: Benito Juárez y Porfirio Díaz surgieron de la pobreza.
 Pero también algunos actuales como Calderón y Peña Nieto; y no se diga caciques sindicales como Joaquín Hernández Galicia (“la Quina”) o Elba Esther Gordillo; por no hablar de casos de funcionarios, diputados y demás.
Como usted puede ver, los hay buenos y los hay malos, pero eso sí, son casos excepcionales. En la actualidad, para ascender en la burocracia y en la política se requiere formar parte de la clase política empresarial. Contar con un buen padrino y lo más importante, contar con dinero, con recursos económicos cuantiosos, porque la política cuesta y cuesta mucho.
Llevando este esquema a la actual contienda electoral podemos entender mucho de lo que está pasando y de lo que va a pasar. Aparentemente todo se ha vuelto más complejo porque ahora hay cierta competencia política real, pero el esquema básico se sigue cumpliendo, trátese del PRI, del PAN, o incluso de MORENA.


¿En la actualidad todos pican piedra?
Legalmente todos los aspirantes a una candidatura electoral,  sean del partido que sean deben de cumplir con los requisitos que marcan los estatutos del partido al que pertenecen. Sin embargo con el merequetengue de las coaliciones toso se ha vuelto confuso.
Vaya, hasta en el PRI, donde todo ha sido siempre vertical, con disciplina y unidad ante  la decisión del presidente en turno, ya hay problemas. Ya no hay muchos puestos a repartir porque a los otros partidos ahora también les toca, así que las pugnas internas son terribles.
Y por si fuera poco ahora hasta sus aliados tradicionales, el Verde y Nueva Alianza, también se insubordinan ante las imposiciones verticales. Pero lo más grave es que ante el desprestigio descomunal debido a la corrupción y a la impunidad, muchos ignorados pero con poder, dinero y clientelas están emigrando a otros partidos, sobre todo a MORENA.
El PAN también ya tuvo sus desgajes, por las mismas razones que el PRI, pero las compensó de alguna manera con la alianza oportunista de la “izquierda”. Y en esta coalición el reparto de candidaturas, aunque disfrazado por asambleas de notables, también se hizo a base de componendas y de conveniencia.
Pero además sucede que en ambas coaliciones también hay militantes de los que “pican piedra”, y esos son los más enojados, porque no cuentan con suficientes clientelas y recursos como para ser aceptados por MORENA.


¿Cómo se designan  los candidatos de MORENA?
Para muchos el partido de Andrés Manuel López Obrador debería ser la excepción y ejemplo de democracia interna. Pero por desgracia no lo es, y no porque el Peje no lo quiera, sino porque todo se le saldría de control.
Se trata de un partido joven sin estructura política y con una escasa militancia, sin experiencia. Cuenta con un líder carismático, perseverante y respetado. Pero carece de suficientes cuadros conocidos y con capacidad económica para realizar campañas fuertes y darle votos.
Sin embargo, el Peje también está haciendo el esfuerzo de “quedar bien” con su militancia mediante dos instrumentos muy discutibles: la rifa de las candidaturas plurinominales; y las encuestas públicas para la designación de los candidatos a senadores, diputados y presidentes municipales.
Lo de la rifa de las plurinominales es a todas luces una burla del Peje. Son los puestos que se reparten los dueños de los partidos y sus allegados, deberían desaparecer. Al Peje no le interesan porque no dan votos, entonces “que se rifen”.
Y en cuanto a las encuestas, pues no son más que una tomada de pelo. Yo no tengo la menor duda de que el Peje y sus allegados son los que realmente están designando a los candidatos: aquellos que puedan pagar una campaña que de  votos. ¿Y la militancia pobre? picando piedra..

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