Alejandro Mario Fonseca
¿Ha escuchado usted alguna vez la
frase picando piedra? Es una expresión relacionada con el castigo a
los reos en las cárceles. Se trata de imágenes que nos vienen a la mente
gracias a las películas que veíamos de niños.
Picar piedra
significa
castigo por los delitos cometidos o por la mala conducta del reo en el presidio.
De lo que se trata es de ablandar al preso para que se comporte bien durante su
estancia en el presidio, pero también para que cuando salga “haya aprendido la
lección”.
Sin embargo la expresión tiene por lo
menos otra acepción, aquella relacionada con la política. Sí, la que se refiere
al quehacer político de la gente pobre; la de los que carecen de dinero y/o de
recursos para destacar en los foros políticos.
Y llegados a este punto, discúlpenme
mis amigos priistas, pero el paradigma del político priista es el mejor
ejemplo. Existen dos tipos de priistas, la élite, los herederos de los
caudillos o caciques triunfantes de la Revolución (los dueños del PRI); y los
demás, las clientelas, los que trabajan para los primeros.
Desde luego que la realidad es mucho
más compleja, pero con fines didácticos, buscando comprender el entuerto,
permítame usted abusar del esquema. En la élite están los “niños bien”,
aquellos a los que todo se les da con facilidad: alimentación, salud y “educación
de calidad”.
Ya mayorcitos se convierten en la
élite priista, los que heredan el poder, los que mandan. Desde muy jóvenes aprenden
a ganar mucho dinero sin esforzarse. Llegan a ser empresarios, líderes
sindicales, diputados, gobernadores, secretarios de Estado y hasta presidentes.
Fijnanciamiento pùblico a paridos en Mèxico para 2018 |
No es lo
mismo “picar piedra”, que “cargarle el portafolios al padrino”
El otro tipo de priista es el
representado por las clientelas de la élite. Desde pequeños ven a sus padres
trabajando duro para ganarse la confianza del patrón. Llegan a creer en el
sistema y se entregan plenamente a su trabajo, seguros de que algún día les
hará justicia la Revolución.
La gran mayoría fracasan y permanecen
toda su vida “picando piedra”. Pero algunos tienen suerte y son lo suficientemente
hábiles para ganarse la confianza de su patrón, que hasta puede llegar a
convertirse en su padrino.
Y ya, estimado lector, casi sin darnos
cuenta apareció la segunda acepción del término picando piedra. No sé si
la anécdota sea cierta, pero hay priistas que cuentan que Enrique Peña Nieto
era de este tipo de priistas: “era el sobrino pobre que le cargaba el
portafolios a su tío Aturo Montiel”.
Desde luego que lo de la “picada de
piedra” es una metáfora, pero sin duda hay muchos ejemplos de priistas que
viniendo de la adversidad, es decir de la pobreza, con disciplina y dedicación;
y sobre todo con lealtad e incondicionalidad a sus padrinos, lograron ascender
hasta lo más alto de la clase política.
Picando
piedra para alcanzar poder político
Se trataría de aquellos políticos de
clase media o incluso de extracción popular, que han brillado gracias a la
combinación de la suerte con el esfuerzo personal.
Siempre los ha habido, incluso puedo
mencionar algunos casos emblemáticos, además algunos siguen vigentes: Benito
Juárez y Porfirio Díaz surgieron de la pobreza.
Pero también algunos actuales como Calderón y
Peña Nieto; y no se diga caciques sindicales como Joaquín Hernández Galicia
(“la Quina”) o Elba Esther Gordillo; por no hablar de casos de funcionarios,
diputados y demás.
Como usted puede ver, los hay buenos
y los hay malos, pero eso sí, son casos excepcionales. En la actualidad, para
ascender en la burocracia y en la política se requiere formar parte de la clase
política empresarial. Contar con un buen padrino y lo más importante, contar con
dinero, con recursos económicos cuantiosos, porque la política cuesta y cuesta
mucho.
Llevando este esquema a la actual contienda
electoral podemos entender mucho de lo que está pasando y de lo que va a pasar.
Aparentemente todo se ha vuelto más complejo porque ahora hay cierta
competencia política real, pero el esquema básico se sigue cumpliendo, trátese
del PRI, del PAN, o incluso de MORENA.
¿En la
actualidad todos pican piedra?
Legalmente todos los aspirantes a una
candidatura electoral, sean del partido
que sean deben de cumplir con los requisitos que marcan los estatutos del
partido al que pertenecen. Sin embargo con el merequetengue de las coaliciones
toso se ha vuelto confuso.
Vaya, hasta en el PRI, donde todo ha
sido siempre vertical, con disciplina y unidad ante la decisión del presidente en turno, ya hay
problemas. Ya no hay muchos puestos a repartir porque a los otros partidos
ahora también les toca, así que las pugnas internas son terribles.
Y por si fuera poco ahora hasta sus
aliados tradicionales, el Verde y Nueva Alianza, también se insubordinan ante
las imposiciones verticales. Pero lo más grave es que ante el desprestigio
descomunal debido a la corrupción y a la impunidad, muchos ignorados pero con
poder, dinero y clientelas están emigrando a otros partidos, sobre todo a
MORENA.
El PAN también ya tuvo sus desgajes,
por las mismas razones que el PRI, pero las compensó de alguna manera con la
alianza oportunista de la “izquierda”. Y en esta coalición el reparto de
candidaturas, aunque disfrazado por asambleas de notables, también se hizo a
base de componendas y de conveniencia.
Pero además sucede que en ambas
coaliciones también hay militantes de los que “pican piedra”, y esos son los
más enojados, porque no cuentan con suficientes clientelas y recursos como para
ser aceptados por MORENA.
¿Cómo se
designan los candidatos de MORENA?
Para muchos el partido de Andrés
Manuel López Obrador debería ser la excepción y ejemplo de democracia interna.
Pero por desgracia no lo es, y no porque el Peje no lo quiera, sino porque todo
se le saldría de control.
Se trata de un partido joven sin
estructura política y con una escasa militancia, sin experiencia. Cuenta con un
líder carismático, perseverante y respetado. Pero carece de suficientes cuadros
conocidos y con capacidad económica para realizar campañas fuertes y darle
votos.
Sin embargo, el Peje también está
haciendo el esfuerzo de “quedar bien” con su militancia mediante dos
instrumentos muy discutibles: la rifa de las candidaturas plurinominales; y las
encuestas públicas para la designación de los candidatos a senadores, diputados
y presidentes municipales.
Lo de la rifa de las plurinominales
es a todas luces una burla del Peje. Son los puestos que se reparten los dueños
de los partidos y sus allegados, deberían desaparecer. Al Peje no le interesan
porque no dan votos, entonces “que se rifen”.
Y en cuanto a las encuestas, pues no
son más que una tomada de pelo. Yo no tengo la menor duda de que el Peje y sus
allegados son los que realmente están designando a los candidatos: aquellos que
puedan pagar una campaña que de votos.
¿Y la militancia pobre? picando piedra..
No hay comentarios:
Publicar un comentario