Alejandro Mario Fonseca
En esta ocasión quiero comentar el cartón de Calderón que
aparece cada domingo en el diario Reforma. Y es que cómo me hace reír, al abrir
el diario lo primero que hago es buscar su cartón. Valga este modesto
comentario como un homenaje a este caricaturista que tiene el don de la ironía
política a través de las imágenes.
Calderon Periódico Reforma 20 septiembre 2015. |
Este domingo su cartón está dedicado al embajador Diego Gómez
Pickering, que tuvo el desliz de gritar ¡viva Porfirio Díaz! y¡viva Emiliano
Zapata! Por favor estimado lector ría conmigo, si no tiene a la mano el diario,
entre a www.reforma.com y píquele a la sección opinión, el cartón está a la derecha,
vuélvale a picar para que aparezca completo. Vea la cara del embajador y luego
vea la de los senadores, la de Barbosa
está genial.
Enhorabuena, los mexicanos por lo menos tenemos la
oportunidad del buen humor a pesar de toda nuestras desgracias, gracias a
nuestros excelentes caricaturistas. (Por cierto, no se pierda el cartón que
dedicó Helguera el pasado 11 de septiembre con relación al nombramiento de
Arturo Escobar en la Subsecretaría de Prevención… en el diario La Jornada).
Pero regresando al “grito en el cielo” de Calderón, las
caricaturas no sólo son chuscas y divertidas, sino que dicen mucho de la
personalidad de cada uno de los personajes y de lo que hicieron en su momento,
por no hablar del mosaico de rasgos étnicos en el que indígenas, criollos,
mulatos y mestizos están claramente definidos. Vean la de Zapata, desconfiado,
ladino, receloso, astuto; la de Morelos, enojado, justiciero, ingenuo; la de
Porfirio Díaz, engreído, magnánimo; la de Iturbide, está genial, autoencumbrado
emperador, cachetón, divertido, hasta bonachón. Cuánta razón tiene al no
ponerle cara la cura Hidalgo, la verdad es que se desconocen sus rasgos, pero
eso lo hace verse todavía más chistoso.
Pero además el monero Calderón no sólo nos da lecciones de
historia, sino también de historiografía (historia de la historia). Y es que el
tema de fondo, la crítica substancial es que la historia, nuestra historia, no
está claramente definida. Ha pesado mucho la disputa histórica entre liberales
y conservadores, que duró más de medio siglo y que para muchos fanáticos de
izquierda y de derecha sigue vigente.
Las obras paradigmáticas de Don Lucas
Alamán con su Historia de Méjico y
de Don Vicente Riva Palacio con su México
a través de los siglos no se han logrado conjuntar en una sola versión
histórica, la de la “verdad”. Y es que la historia (las historias) así es, la
escriben seres humanos, condicionados por su propia formación, por su suerte
genética y por lo que vivieron y sobre todo por cómo les tocó vivirlo.
Lo mismo
pasa con los “grandes” personajes de la historia. Tendemos a deificarlos o a
demonizarlos y se nos olvida que también fueron seres humanos, con sus virtudes
y con sus defectos. Igual que usted y yo estimado lector, ¿qué le parece? Por
último quiero aprovechar la oportunidad del tema, para felicitar a mi amigo
Octavio Rodríguez Figueroa por haberse decidido a debutar como caricaturista.
¡Enhorabuena!
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