Alejandro Mario Fonseca
Sí amable lector, esta columna hoy amanece pesimista, ¿viva
México?, las interrogaciones denotan tristeza, desilusión, desesperanza. Y es
que no es para menos, el último regalo, el regalo de fiestas patrias, que nos
dio la presidencia de la república es más que escandaloso, es una burla para
toda la nación. El nombramiento de Arturo Escobar en la Subsecretaría de
Prevención y Participación Ciudadana es verdaderamente obsceno. Este mapache
electoral del clan del “niño verde” no sabe nada sobre prevención de la
violencia, mucho menos sobre participación ciudadana.
Bueno, pero son días de festejar a la nación, a la patria, ¿de verdad lo son? A ver, veamos con calma qué es una nación, qué es el nacionalismo. Hagamos un poquito de historia. El origen sospechoso de los términos “nación” y “nacionalismo” nos explica porque en el siglo XIX ambos términos está ligados a la idea de “libertad”; por no hablar de los “movimientos de liberación nacional” del siglo XX.
Tal vez el concepto de “nacionalismo” en su sentido más
amplio, como “resistencia colectiva a la dominación extranjera”, haya surgido
en el siglo XVII cuando la burguesía mercantil asumió políticamente la
responsabilidad del Estado, y levantó a toda la población contra un poder
extranjero: esta es la historia de los Países Bajos protestantes, que se
liberan, tras una larga lucha, de la soberanía española. Se trata de la primera
guerra nacional que culmina con la formación de un Estado nacional.
Un poco después, ya en la Francia revolucionaria, en la
víspera de 1789, la palabra “patriota”, toma el significado de “amigo del bien
público”, y la palabra “nación” el de conjunto de los súbditos por oposición a
la monarquía o a las pequeñas minorías privilegiadas. La Revolución crea de
entrada la “Asamblea Nacional”, la “Guardia Nacional”; “la Nación no puede
recibir órdenes”, le dice Bailly al rey; la batalla de Valmy se gana al grito
de “viva la Nación”.
Para nosotros hoy está claro que no se trataba más que de una
ilusión, por parte del pueblo francés, creer que había conquistado la patria
francesa como un bien suyo: el concepto de nación nace como una ideología.
Pero diferenciemos con mayor claridad, una nación es un grupo grande,
verticalmente integrado y territorialmente móvil que ostenta derechos de
ciudadanía comunes y un sentimiento colectivo junto con una (o más)
característica (s) común (es) que diferencian a sus miembros de grupos
semejantes con los que mantienen relaciones de alianza o conflicto. Y el nacionalismo es un movimiento
ideológico, para el logro y el mantenimiento del autogobierno y la
independencia en interés de un grupo, algunos de cuyos miembros creen que
constituye una nación actual o potencial como las demás.
Los mexicanos no tenemos mucho que festejar, la violencia, la
pobreza, la corrupción, la impunidad, etcétera, carcomen el núcleo duro del
concepto de nación: los derechos ciudadanos todavía no son comunes, no son para todos, mucho menos lo son el trabajo, los bienes y
las riquezas naturales de la nación.
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