Miguel
Angel Márez Tapia*
@miguelmarez
Cuarteadura en Edificio Nuevo León Foto de Guillermo Nuñez Camanez |
En las tres últimas décadas se ha
incrementado la percepción generalizada de los tlatelolcas de un deterioro
gradual y constante en Tlatelolco, desearía no reiterar la percepción a simple
vista de su infraestructura, que a cinco décadas de existencia es notoria, sino
también de las relaciones y redes sociales de quienes cohabitan en ella, en
números anteriores de Vivir en Tlatelolco introduje y sostengo el argumento que
el principal problema que tiene Tlatelolco es el miedo socializado en un sector
importante de habitantes, como lo expliqué en 2011 en el artículo “El miedo en Tlatelolco”, el miedo es algo natural en el ser humano, en pocas palabras,
todos hemos tenido miedo en algún momento, sin embargo existe otro tipo de
miedo, una sensación o percepción de la realidad que tiene su origen más en el
ámbito social, aquel que inhibe y retrae la acción colectiva de los sujetos. Un
miedo social, construido en una colectividad que modifica la conducta o
condiciona ciertas prácticas culturales que se convierten en hábitos y
costumbre en la vida cotidiana, en este caso concreto, de los tlatelolcas.
Este tipo de miedo se socializa y
construye una atmósfera de vulnerabilidad en los habitantes de Tlatelolco. ¿A
qué se le tiene miedo? En un estudio de Antropología Social que realicé a nivel
maestría pude constatar de manera superficial este fenómeno, el tlatelolca
tiene miedo a los cuadros, los espacios abiertos, los jardines, hasta a las
escaleras del edificio, se puede construir mapas de miedo para mostrar
gráficamente los focos rojos donde se tiene una mayor percepción de este tipo
de miedo, esto no debe confundirse con los índices delictivos que los cuerpos
de Seguridad Pública de las distintas Autoridades de Gobierno mapean la
reincidencia de delitos en alguna colonia, el miedo es algo más profundo y la
subjetividad está más presente, no por esto se le puede atribuir que es algo
imaginado, sino también existe en él, ciertos grados de realidad, en muchas
ocasiones se convierte en la realidad misma.
El miedo atribuido a distintos espacios de
Tlatelolco ha propiciado en la actualidad que no exista una apropiación de los
espacios de manera constante por sus habitantes, en otras palabras, no
caminamos y ni recorremos con tranquilidad Tlatelolco y evitamos los lugares
que a nuestra consideración o porque nos enteramos por alguien, hubo un hecho
delictivo por lo cual es considerado o le damos la atribución de peligroso y lo
evitamos.
En el contexto actual ha proliferado una
individualización exacerbada donde el espacio vital es el departamento mismo y
funge como el lugar donde uno piensa que está más seguro. Ante la proliferación
de sentirse vulnerable, el tlatelolca (hablemos genéricamente a fin de ser más
explícito) considera necesario “protegerse”, la primera acción de ese miedo
colectivizado, es reforzar la seguridad del departamento, inmediatamente
instala nuevas chapas de seguridad, también pone rejas en las puertas; en este
contexto, es un proceso que se inició al exterior de los edificios hace varios
años, debemos recordar como se fue limitando el acceso con rejas en las
terrazas que fungían dentro del diseño original de Mario Pani como parte
central del modelo de movilidad peatonal de espacios abiertos, actualmente los
noventas edificios de Tlatelolco han limitado esos corredores internos, ante
esta situación en vez de caminar entre los edificios por los pasillos y
andadores techados, se debe rodear los edificios para poder moverte en
Tlatelolco.
Una reja provoca un adentro y un afuera,
un espacio seguro y otro inseguro, ante esta vulnerabilidad el sentido común
del tlatelolca considera que el exterior del edificio es lo vulnerable y el
interior más seguro; sin embargo, el estudio realizado dio evidencias que la
situación es más compleja que esta simple explicación, el tlatelolca se siente
vulnerable también adentro del edificio, ahí el símbolo de las escaleras se
convierte en un símbolo de miedo, particularmente en los edificios Tipo C por
su diseño y tamaño.
Este contexto vulnerable propicia que el
tlatelolca elija privilegiar sus actividades en Tlatelolco al interior de su
departamento; por ello, los jardines, áreas comunes y cuadros donde nuestra infancia
o juventud en décadas pasadas fue el escenario de nuestras biografías donde
construimos amistades o formamos nuestra actual familia, hoy muchos padres
evitan que sus hijos salgan al exterior de esa misma manera, ya que consideran
que pueden estar expuestos y vulnerables, por lo que se privilegia la vida al
interior del departamento y actualmente con las nuevas tecnologías y gadgets ha
fortalecido aún más éstas dinámicas al interior de la casa, en vez de jugar en
los cuadros o caminar los espacios abiertos de Tlatelolco.
El miedo en Tlatelolco se fortalece cuando
el departamento también lo consideramos vulnerable, en este sentido me refiero
a las consecuencias sociales que los sismos, en particular ante la
conmemoración de los treinta años de los sismos de 1985; un sismo fractura más
que una estructura, una cuarteadura en una pared simboliza más que un daño
material, en el caso de Tlatelolco en estas tres décadas ha sido objeto que los
mismos tlatelolcas no confiemos en nuestros edificios; esa imagen del edificio
Nuevo León, siempre viene a la cabeza de todos los habitantes cada vez que
tiembla, así el miedo se reactiva e inhibe la acción colectiva, el tlatelolca
se siente vulnerable adentro y afuera de su hogar. Este escenario ha motivado
la movilidad de habitantes recurrente, pero el miedo social de los tlatelolcas
ha fortalecido su inacción en el ámbito comunitario y social, ha dado pié al
poco interés generalizado en socializar o fortalecer las relaciones sociales
con los propios vecinos del mismo edificio que habitamos, ha motivado que
impere una indiferencia social a los grandes problemas que tiene Tlatelolco.
Un efecto a este fenómeno de
vulnerabilidad, se ha canalizado una nueva de socialidad de los tlatelolcas por
medio de las redes sociales virtuales de Tlatelolco, si el tlatelolca ya no se
apropia de sus espacios físicos, las redes sociales virtuales, en particular
Facebook, han sido un escenario y arena prolífica para la producción de
discursos, intercambios y diversas formas de comunicación de sus habitantes.
Sin embargo, también es actualmente el medio donde el miedo social que hemos
referido en esta reflexión se reproduce y se reactiva otra vez, mucha veces con
mayor intensidad y resonancia que si fuera una comunicación cara a cara, la intercomunicación
de los usuarios de estas redes sociales ha motivado que la inseguridad sea un
tema recurrente dentro de sus diferentes publicaciones, el conocimiento y
difusión de los hechos delictivos ha reforzado este contexto socializado de
vulnerabilidad y miedo, convirtiéndolo así, como reafirmé al inicio de este
texto, es el principal problema que tiene actualmente Tlatelolco.
A manera de apunte final, es necesario
repensar que Tlatelolco deseamos habitar a futuro, aún es posible la
construcción de muchas historias que podemos contar y ser protagonistas, los
estudios científicos sociales han demostrado que únicamente caminando y
haciendo propios los espacios que habitamos en la manera de recuperar la
seguridad de nuestra Unidad, en donde el mismo tlatelolca es el partícipe de la
solución de un problema real y que es prioridad erradicar a la brevedad para
mejorar la calidad de vida al interior de Tlatelolco, para ello debemos reconstruir
nuestros lugares de convivencia en donde se puedan crear lazos socialesmás
fraternos, sean a través de Facebook o en las relaciones cara a cara, en donde
exista una voluntad para construir acciones colectivas para revertir este
contexto; es un camino para ir revirtiendo paulatinamente este fenómeno que no
es medible ni cuantificable, aún cuando se minimice por las autoridades al
considerarlo subjetivo, se vuelve objetivo cuando las conductas de sus
habitantes modifican sus acciones cotidianas por este problema, ante ello
debemos tener claro que el miedo es un fenómeno que se
siente y hace palpitar los corazones fuertemente del tlatelolca.
*Candidato a Doctor en
Antropología Social
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