Por Alejandro Mario Fonseca
Naomi Klein (nacida
en Montreal, Canadá, el 8 de mayo de 1970) es una periodista,
escritora y activista canadiense de gran influencia en el
movimiento antiglobalización y en el socialismo
democrático. Su ruptura con la globalización implicó el estudio de las
influencias del capitalismo de finales del siglo XX y de la
propuesta de la Tercera Vía, así como en el impulso del sistema
de economía neoliberal y sus efectos en la cultura moderna de masas.
Fruto de sus investigaciones, ha
escrito varios libros como No Logo (2001), Vallas y
ventanas (2003), La doctrina del shock (2007), el guion
del documental La Toma/The Take (dirigido por Avi Lewis,
centrado en la toma de una fábrica recuperada por sus trabajadores
bajo control obrero como forma de lucha en contra de la globalización
en el marco de la crisis argentina y las movilizaciones ciudadanas
entre 2001 y 2002) y un gran número de artículos periodísticos y políticos. Su
último libro es Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima (2014).
Estas son las obras de la valiente periodista Naomi Klein. Si usted
quiere conocer su biografía puede consultar la Wikipedia. Mi interés es el de comentar sus libros. Empezaré por The
Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism el más conocido.
¿Qué es el neoliberalismo? |
La
doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre
Se trata de
su tercer libro, publicado el 4 de septiembre de 2007, que se convirtió en un
best seller internacional, apoyado por el New
York Times y traducido a 28 idiomas.
En el
argumenta que las políticas de libre mercado del laureado Nobel Milton Friedman
y la Chicago School of Economics (Escuela Económica de Chicago) tuvieron apoyo
en países como Chile bajo la dictadura de Pinochet, Polonia, Rusia, bajo
Yeltsin, y los Estados Unidos (por ejemplo, la privatización de la New Orleans
Public Schools después del desastre del Hurricane Katrina).
También
sostiene que las políticas iniciales para favorecer, la privatización de la
economía de Iraq bajo la Coalition Provisional Authority (Autoridad Provisional
de la Coalición) fueron impuestas mientras los ciudadanos de éstos países
estuvieron en shock por los desastres, convulsiones, o invasiones.
La tesis
central del libro es que aquellos que tuvieron que implementar las impopulares
políticas de libre mercado ahora lo hacen rutinariamente tomando ventaja de
ciertas características de las secuelas de los más grandes desastres, sean
estos económicos, políticos, militares o de la naturaleza.
El capitalismo depredador
Lo que
sostiene es que cuando una sociedad experimenta un gran “shock” hay un deseo generalizado por una rápida y decisiva
respuesta para corregir la situación; este deseo, de grandes acciones e
inmediatas, ofrece una oportunidad a los actores oportunistas para implementar
políticas que van lejos, más allá de una legítima respuesta al desastre.
También
sugiere que la rapidez con que se implementan las acciones de rescate,
determina que sean indiscutibles; entonces las políticas impopulares y
desconocidas serán intencionadamente llevadas a efecto. El libro sostiene que
estos shocks son en algunos casos intencionalmente fomentados o siempre
elaboradas.
La doctrina
del shock es la historia no oficial del libre mercado. Desde Chile hasta Rusia,
desde Sudáfrica hasta Canadá, es la implantación del libre mercado que responde
a un programa de ingeniería social y económica que Naomi Klein identifica como
«capitalismo del desastre”. (Cfr. Wikipedia)
¿Qué es el neoliberalismo?
Y aquí
viene lo más interesante. Klein identifica la abolición de la Unión Soviética,
como un parteaguas histórico. “…el capitalismo se vio de pronto libre para
degenerar en su forma más salvaje, el libre mercado había pasado a disfrutar de
un monopolio mundial”.
Así,
primero los polacos y después los rusos fueron engañados, se les hizo creer que
después de la terapia del shock despertarían de pronto en un “país europeo
normal”. Mientras que la realidad histórica era otra. Los países europeos normales,
con sus sólidos sistemas laborales y de salud, habían surgido precisamente del
compromiso entre el capitalismo y el comunismo.
Se trató de
una especie de capitalismo suave, que los europeos habían ido construyendo a
base de cruentas luchas en los que los sindicatos y los partidos de izquierda
habían sido los principales protagonistas. Al caer la Unión Soviética el
compromiso se perdió y dio paso al capitalismo salvaje.
Se trata
del núcleo duro de la teoría económica
de la Escuela de Chicago, mundialmente conocida como “neoliberalismo”: el
capitalismo de siempre, pero despojado de sus correctivos socialdemócratas.
“Es el
capitalismo en su fase monopolística, un sistema que se ha soltado la melena, por así decirlo: que ya no tiene que esforzarse
en cuidarnos como a clientes, que ya puede ser tan antisocial, antidemocrático
y grosero como le plazca”.
Los críticos norteamericanos utilizan el
término “neoconservadurismo” en lugar de neoliberalismo. Y Donald Trump viene a
ser el líder en turno de esta corriente de política económica. Se trata de la
más dura expresión del capitalismo salvaje, al servicio del gran capital
financiero internacional y de las empresas ligadas a la destrucción y a la
contaminación medioambiental.
México: la crisis del tequila
En su libro
de 700 páginas a renglón cerrado, Naomi Klein apenas si menciona a México. Y es
que en nuestro país no ha sido necesaria una terapia de shock. El PRI-gobierno
ha tenido siempre todo bajo control. En el capítulo dedicado al
desmantelamiento de la Unión Soviética nos habla de la “crisis del tequila”.
Se trata
de la herencia que le dejó Salinas a
Zedillo. El abrupto cambio de modelo económico que Salinas bautizó como
“modernización”, se tradujo en el Tratado de Libre Comercio, en un cúmulo de privatizaciones
y en el inicio de la corrupción desenfrenada.
En 1994
México sufrió una depresión mayúscula, la famosa crisis de los tesobonos. Según
datos de la revista Forves, del
rescate se generaron 23 nuevos milmillonarios (en dólares).
La crisis y
la posterior ayuda estadunidense también abrieron a México a una participación
sin precedentes del capital extranjero: en 1990 sólo uno de los bancos
mexicanos era propiedad extranjera, pero en 2000, 24 de 30 bancos del país
estaban ya en manos foráneas.
Después del
salinato el desmantelamiento del “Estado de Bienestar a la mexicana” continuó
con los panistas Fox y Calderón, y después con Peña, se profundizó. Y ahí
estamos.
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