Por Alejandro Mario Fonseca
¿Usted ha sentido miedo alguna vez?
Se trata de una pregunta muy delicada para un “país de machos”. Y es que los
mexicanos estamos educados para no sentir miedo: contamos con una herencia
violenta, que a lo largo de varios siglos nos ha ido “inmunizando” contra ese
terrible sentimiento de desasosiego.
¿De verdad? ¿Así de insensibles nos
ha ido volviendo nuestra historia, nuestra experiencia cotidiana? No lo creo,
se trata de una paradoja: el machismo mexicano, no es otra cosa más que un reflejo de un profundo miedo educado,
heredado en directo.
En otras palabras, el más macho es el
que más miedo tiene. Por eso es muy macho, porque en lo más profundo de su
corazón le tiene un inmenso miedo a todo. Los machos violentos no conocen el
cariño, el buen trato, las buenas maneras: fueron “educados” en el abandono, en
un ambiente hostil.
Quise escribir sobre el tema del
miedo, porque poco a poco ha ido
penetrando nuestra vida cotidiana, ya llegó a nuestras colonias, a nuestros
hogares. Las agresiones, los robos y los asaltos ya se volvieron cotidianos.
Prácticamente en todos los lugares y a toda hora tenemos que andarnos con
cuidado.
"El Grito". Autor: Edvard Munch, 1893 |
¿Qué es el
miedo?
El miedo o temor es
una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada
por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o
incluso pasado.
Es una emoción primaria que se deriva
de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en
todos los animales, lo que incluye al ser humano. La máxima expresión
del miedo es el terror. Además
el miedo está relacionado con la ansiedad.
Existe miedo real cuando su dimensión
está en correspondencia con la dimensión de la amenaza. Existe miedo neurótico
cuando la intensidad del ataque de miedo no tiene ninguna relación con el
peligro.
Ambos, miedo real y miedo neurótico,
fueron términos definidos por Sigmund Freud en su teoría del miedo.
En la actualidad existen dos conceptos diferentes sobre el miedo, que
corresponden a las dos grandes teorías psicológicas que tenemos:
el conductismo y la psicología profunda.
Según el concepto conductista el
miedo es algo aprendido. El modelo de la psicología profunda es completamente
distinto. En este caso, el miedo existente corresponde a un conflicto básico
inconsciente y no resuelto, al que hace referencia.
Más allá del miedo neurótico, el
enfermizo, el que la psicología profunda encuentra en la niñez desatendida, en
el barrio violento, en el que hay que “sobrevivir”; está el miedo cotidiano, el
de estos tiempos de abuso, corrupción e impunidad.
La cultura
del miedo y del terror
Pero antes de pasar a la crítica
política, hago un paréntesis cultural. Las leyendas, los cuentos, las historias
de miedo y de terror nos acompañan a los mexicanos desde la Colonia. Creo que
los pueblos prehispánicos tenían también lo suyo.
Me acuerdo cuando el Padre Antonio en
algún paréntesis del catecismo (yo tendría 5 o 6 años) nos contaba leyendas
como la de La llorona. Era
terrible, no podíamos dormir bien, pero nos gustaban. ¿Por qué nos gustaban y
nos siguen gustando?
Desde niños, pero mucho más ya de
grandes, nos sentimos atraídos hacia este tipo de literatura y en general de
arte pintura, cine, etc.), porque nos
estimula emocionalmente. Los principales protagonistas son brujas, ogros,
demonios y demás seres insólitos, intensos y extraños que nos subyugan.
En el plano fisiológico este tipo de obras
proporciona un aceleramiento cardíaco y respiratorio que por lo común termina
en un desahogo final. Es más, hasta se vuelven adictivas: después de un
sufrimiento ficticio pero intenso, viene la calma, el reencuentro con una
realidad segura.
En la literatura está el núcleo duro
del arte del miedo y del terror. Existe una gran cantidad de novelas y cuentos
que se siguen leyendo en la actualidad, valgan algunos ejemplos. En la prepa
leí a Edgar Allan Poe, el autor de El cuervo y muchos otros cuentos cortos maravillosos. También leí Drácula de Bram Stoker y Frankenstein de Mary Shelley; y ya
un poco mayor me encontré a uno de los grandes maestros del terror, H. P. Lovecraft, que merece un
comentario especial.
A Lovecraft se le considera un gran
innovador del cuento de terror, al que aportó una mitología propia. Su
obra constituye un clásico del horror cósmico, una corriente que se aparta
de la temática tradicional del terror satánico y de fantasmas al que
estamos acostumbrados: incorpora elementos de ciencia ficción tales como alienígenas,
viajes en el tiempo y a otras dimensiones. Si no lo conoce, léalo estoy seguro
que le va gustar.
¿Cuánto nos
cuesta el miedo a los mexicanos?
Bueno, pero una cosa es disfrutar de
una buena novela o cuento de terror, o de una película (que también las hay muy
buenas), y regresar a la seguridad de la casa, del barrio; incluso a la seguridad
del café, o hasta del bar a tomar unas copas con los amigos y relajarse.
Y otra muy distinta vivir en un mundo
en el que la realidad ya es el miedo y el terror mismos. Me acuerdo muy bien
que de niño mi área de juegos era la calle, incluso de noche había seguridad en
la vía pública.
Todo cambió desde el salinato, pero sobre todo desde la
estúpida “guerra” de Calderón contra el narco, ahora tenemos que ser muy
precavidos. La inseguridad ya se instaló en nuestra vida cotidiana. ¿Qué hacer?
¿Qué hacemos los humildes mortales?
El problema político de fondo es que
se trata, ni más ni menos que de la primera razón de ser del Estado. Si alguna
responsabilidad básica, inobjetable tienen los gobiernos es la de la seguridad
de sus gobernados, de los ciudadanos.
Mucho dinero y recursos se destinan a
la seguridad. Los tres órdenes de gobierno, el federal, el estatal y el
municipal insisten en que es su prioridad. Sin embargo, a mayor gasto, más
inseguridad. ¡Qué escándalo, no le parece!
Y por más que le pienso, solo
encuentro dos explicaciones posibles. O todo es un cuento chino y el miedo y el
terror se han vuelto parte del negocio, de la corrupción; o de plano la
ineptitud campea en todos los órdenes de gobierno. O… las dos cosas.
Pero de que la clase política también
tiene miedo, no hay quién lo dude. El ejemplo del propio presidente de la
república así lo indica. Son miles de millones de pesos los que los mexicanos
gastamos en la seguridad del presidente. Además se trata de un gasto
enfermizamente creciente. (Cfr. Claudia Salazar del diario Reforma 23/07/2017).
¿Cuánto dinero de los mexicanos se
gasta en el miedo de la clase política? ¿Cuánto dinero se gasta en la inseguridad
de la ciudadanía?
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