Alejandro Mario Fonseca
¿Se acuerda usted de Los demonios del edén? Ese libro que
escribió Lydia Cacho en el año 2005, en donde denuncia a la mafia de
la pederastia en México y la explotación comercial
del sexo con menores, con la anuencia de parte de la
clase política e implica a varios personajes públicos.
Lydia saltó a la luz pública por la denuncia penal
que se hizo en su contra, por el supuesto delito de difamación que impuso el
empresario libanés Kamel Nacif aquí en el estado de Puebla.
Dicha denuncia desembocó en un escándalo
político mayúsculo que implicó al entonces gobernador de Puebla y al empresario
en una confabulación para violentar la ley en contra de la periodista.
Los delitos que denunció Lydia Cacho
tuvieron lugar en Cancún (Quintana Roo), donde ella residía y donde
fue secuestrada por elementos policiacos de Puebla y trasladada de manera
ilegal a ese estado. Una vez en la ciudad de Puebla y después del escándalo
público, fue puesta en libertad bajo fianza, aunque hasta agosto del año 2007
el proceso judicial continuaba. (Cfr. Wikipedia).
Se trata de un ejemplo de abuso de
poder mayúsculo. Discúlpeme usted amable lector por utilizar el término
reiteradamente, pero a eso es a lo que nos estamos acostumbrando los mexicanos,
vivimos tiempos en que todo es mayúsculo: la corrupción, la violencia, el
hambre, la pobreza: en fin todo lo malo es mayúsculo.
En cambio, la justicia, el bienestar
social, la buena educación, la buena fe, la generosidad y demás virtudes
humanas, son minúsculas. Ese es el sino de los tiempos modernos que nos tocó
vivir a los mexicanos, gracias a la clase política que nos mal gobierna.
Lydia Cacho |
A 10 años de
“Los demonios del Edén”, las redes de trata siguen impunes: Lydia Cacho
Diez años después de haberse
publicado Los demonios del Edén, las redes de pornografía infantil
y trata de personas cambiaron su modo de operar en el ámbito cibernético, pero
el sistema judicial mexicano, con más herramientas legales y de indagación, no conseguía
sentenciar a todas las personas investigadas por ese delito.
Así lo señaló la periodista y autora
del libro, quien el 22 de septiembre del 2015 presentó una nueva edición
de Los demonios del Edén. El poder que protege a la
pornografía infantil, con tres nuevos capítulos donde hace un balance sobre
la situación actual de la trata de personas y la pornografía infantil en
México. (Revista Proceso 23/09/2015).
No fue sino hasta el 2014 cuando se
logró que el empresario Jean Succar Kuri
fuera condenado a 113 años de prisión en el penal de La Palma, en
Almoloya de Juárez, Estado de México, sentencia que se convirtió en la más
emblemática en América Latina por ese delito.
Pues bien, hasta agosto del 2012,
Lydia Cacho se hallaba temporalmente fuera de México a causa de amenazas de
muerte. La autora declaró que fue víctima de una amenaza directa, por medio de
la intervención de una línea especial de teléfono a la que sólo podrían llegar
a tener acceso los sofisticados equipos de la Marina Armada o de los cárteles que
operan en Quintana Roo.
Por consejo de asesores expertos en
secuestros y ante el comentario de la entonces Procuradora General de la
República, Marisela Morales, quien le dijo "sería mejor que salieras
unos meses del país", Lydia Cacho se autoexilió momentáneamente,
en busca de reestructurar su esquema personal de seguridad. (Cfr. Wikipedia).
Sexo y amor
en tiempos de crisis
En ese inter, esta valiente
periodista se dio tiempo para escribir y publicar otro libro, ahora sobre la
corrupción de las empresas farmacéuticas. Sexo
y amor en tiempos de crisis fue escrito a partir de 200 entrevistas
realizadas a hombres y mujeres, en el que desvela la problemática sexual a la
que nos enfrentamos a partir de los 40 años.
Tras un profundo análisis de los
datos y comentarios de voluntarios y especialistas, Lydia Cacho abrió un
espacio para el diálogo sobre esas etapas de nuestra vida que,
sorprendentemente, todavía no conocemos bien: la andropausia y la menopausia.
El libro habla de la llegada de las
crisis de la edad madura, sus implicaciones en el amor y la pasión; y las
fisiologías sociales y sexuales. Su lenguaje es sencillo y accesible, a pesar
de que trata temas de medicina especializada.
También son parte de su investigación
los mitos, las mentiras y las tonterías que repetimos sistemáticamente respecto
a cuando llegan los cambios fisiológicos, “esos que la industria médica y
farmacéutica aprovecha para exprimirnos como naranjas dulces”.
Los objetivos del libro son
generosos: ella espera que nos haga pensar, sorprendernos, reír, comprender.
Sobre todo que nos ayude a entender que lo que habíamos sentido y pensado, no
solamente era razonable, sino que además nos puede enseñar a convivir y a
escuchar a nuestro cuerpo para llevar una vida más plena, sana y feliz.
Mi
experiencia personal
Quise dedicar esta columna a Lydia
Cacho porque yo viví en carne propia el abuso de médicos especialistas cuando
pasados los 50 años empecé a sufrir distintos malestares físicos ligados al
estrés.
Los dolores musculares, la mala
digestión, los trastornos del sueño, en
suma, los problemas derivados de los cambios hormonales que se dan con la edad,
me llevaron a consultar a diversos especialistas.
Ortopedistas, urólogos,
gastroenterólogos y demás “no atinaban” a un diagnóstico certero. Estudios,
análisis, medicamentos, todos me sacaron mucho dinero y seguía igual. Lo que
tenía era estrés y ninguno me lo decía.
Pero también hay médicos honestos.
Gracias al Dr. Valentín Torre supe que tenía estrés; y gracias al Dr. Abraham
Sánchez del Hospital La Paz, me enteré de que el estrés se controla practicando
yoga.
Y es que con la práctica correcta del
yoga se estimulan las diversas glándulas de nuestro cuerpo, con lo que se
consigue restablecer en buena medida la producción de hormonas y por
consiguiente una vida más sana y plena.
Mi papá decía “la vejez es para
disfrutarse, si no, no vale la pena
vivir”. La mejor vía es una vida saludable, dieta variada a base de frutas y
verduras, poca grasa, poca carne, pan y tortillas; también son recomendables
los suplementos alimenticios bajo supervisión médica; y lo más importanate, hay
que hacer ejercicio.
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