jueves, 28 de septiembre de 2017

¿Y ahora la guerra nuclear, el fin del mundo?

Alejandro Mario Fonseca
El día de ayer visité Atlixco. Un pueblo hermoso, lleno de flores, de casonas antiguas, coloniales. Está pegadita al Popocatépetl, nuestro volcán activo, ese poderoso portento de la naturaleza que nos amenaza, que nos cuida, que nos da agua y sustento.
El clima de Atlixco es excepcional, entre calientito y templado, húmedo. Muy parecido al de Cuernavaca que está del otro lado del volcán y que también es un pueblo… No, ya no lo es, Cuernavaca ya es una colonia más de la ciudad de México, es más, ya no se disfruta, hay violencia, inseguridad.
Cómo me gusta Atlixco, ir a comprar plantas florales, caminar por sus calles, comer sus exquisitos guisos típicos en el mercado o en sus numerosas fondas y pequeños restaurantes; comer mariscos o un buen pescado en La Perla; después de la comida tomar un sabroso helado de La Michoacana.
A nosotros nos encanta, mi mujer y mi hija lo disfrutan mucho: nos gusta festejar en Atlixco. Pero esta última vez en la que festejábamos el cumpleaños de mi mujer, regresamos muy tristes. Atlixco está devastado, ya no es el mismo. Su principal atributo, muchas de sus viejas casonas coloniales se vinieron abajo.
Apocalipsis now  película 

¿Quién fue el responsable?
Mientras Isabel y Marisela se tomaban un helado en La Michoacana, caminé por la calle que va al mercado, buscando el Bancomer que está a la siguiente cuadra. La calle estaba cerrada al tránsito vehicular así que caminando por media calle, me abordó una anciana lugareña que vociferaba contra Dios.
Decía algo así como que no todos mereceos el castigo divino, que no debemos pagar todos por unos cuantos pecadores. Se me acercó y para mí fue inevitable intentar calmarla. Improvisando le dije que no era cosa de Dios, sino del Diablo, que el Dios cristiano no era capaz de tanta maldad.
Para que abrí el pico, hubiera sido mejor ignorarla, se fue contra mí, me dijo que yo no sabía nada, que ya todo estaba escrito en la Biblia y que todavía vendría lo peor, que la tierra se abriría y nos tragaría, “por la culpa de gente cómo tú”  me dijo. Además hizo citas puntuales del Antiguo Testamento.
Pero lo que más me impresionó de  su perorata es que remató con un razonamiento que me dejó helado: “no nada más Dios lo dijo, sino también Joaquín, el de la televisión, esto es un castigo divino y nos lo merecemos por pecadores”.
Que más podía yo decir ante semejantes argumentos, me disculpé y le dije que sólo bromeaba. Ya había caminado dos cuadras, el banco que buscaba había quedado atrás, no lo vi, estaba cerrado, severamente dañado y aislado.

¿Dios, la naturaleza, la corrupción?
Pero a ver, la anécdota que acabo de contarle no es menor. Y es que cuando suceden tragedias, desastres, la gente recurre a la seguridad  de las creencias. Parafraseando al filósofo español Ortega y Gasset: las ideas son como los sismos, las creencias son tierra firme.
Entre los expertos, analistas y demás comentaristas, el tema de esta semana es el de las causas de los desastres, cómo evitarlos y desde luego la reconstrucción. Resultan de especial interés las apreciaciones de los académicos del Colegio de México.
El historiador Lorenzo Meyer basándose en uno de sus colegas, el Dr. Sergio Puente, pone el acento en la corrupción. Sí, la corrupción ese maldito virus que lo penetra todo en nuestro país. Sus argumentos son claros,  concisos.
Y es que los asentamientos prehispánicos se dieron con toda naturalidad en las zonas lacustres; y las ciudades coloniales que construyeron los españoles sobre estos en los siglos XVI, XVII Y XVIII, a pesar de contar con la arquitectura más avanzada de  la época hoy se vieron seriamente dañados.
En ninguno de los dos casos se contaba con el conocimiento geológico detallado del valle central de México. La ciencia y la tecnología modernas han avanzado mucho y los sismos del 85 demostraron que se requerían normas más estrictas para las construcciones. No todos cumplieron y ahora vendrán los ajustes de cuentas con los responsables de las edificaciones nuevas que se vinieron abajo por no contar con los nuevos requisitos legales. Pero abro un paréntesis cultural.

¿Apocalipsis ahora?
Apocalipsis now es una película bélica dirigida y producida por Francis Ford Coppola en 1979. El guion está basado en El corazón de las tinieblas, una novela breve de Joseph Conrad ambientada en el África de finales del siglo XIX, aunque trasladando la acción a la Guerra de Vietnam.
​La película ganó dos Óscar, a la mejor fotografía y al mejor sonido, y obtuvo seis candidaturas, al mejor director, a la mejor película, al mejor actor de reparto (Robert Duvall), al mejor guion adaptado, a la mejor dirección artística y al mejor montaje. También fue merecedora de la Palma de Oro del Festival de Cannes de 1979.
En 2001, Coppola presentó, también en el Festival de Cannes, un nuevo montaje de la película, ampliada hasta las tres horas y media de duración, con el nombre de Apocalypse Now Redux.
Le cuento todo esto, porque fue en esta segunda versión, que conseguí en la Librería Gandhi, en la que me di cuenta del trasfondo económico de la guerra de Vietnam. Fueron los mismos norteamericanos los que financiaron a los grupos comunistas, para que sacaran a los franceses que explotaban las plantaciones de caucho de la zona. Esa fue la verdadera razón, el origen de la Guerra de Vietnam.
La Guerra de Vietnam fue un verdadero Apocalipsis que Coppola retrata muy bien, no le cuento más, véala y disfrútela, me va agradecer la recomendación. Y regreso al tema original de este artículo: la creencia de mucha gente en que los desastres naturales que vivimos responden a un castigo divino.

Conclusión
Y es que no son pocos los católicos y cristianos que interpretan el Apocalipsis de San Juan erróneamente, como el final del género humano por sus pecados. Sin embargo muchos lo interpretan a la inversa, como la salvación final.
En realidad, su mensaje es positivo, quienes sirven a Dios no tienen por qué tenerle miedo. Aunque muchas personas relacionan la palabra apocalipsis con un gran cataclismo, este libro dice —tanto al principio como al final— que quienes lo lean, lo comprendan y actúen en conformidad con él serán felices (Revelación 1:3; 22:7).
Y ya para terminar, quisiera desmentir el chisme apocalíptico que anda circulando por las redes de Internet, en el sentido de que “para Corea del Norte Trump ya les declaró la guerra y está a punto de estallar la guerra del fin del mundo”.
Es falso. Lo que sí es cierto es que los coreanos están invitando a académicos y políticos estadounidenses para que les expliquen qué sucede con Trump, porque “no le entienden”. ¿Qué le parece?

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