Alejandro Mario Fonseca
El día de ayer visité Atlixco. Un
pueblo hermoso, lleno de flores, de casonas antiguas, coloniales. Está pegadita
al Popocatépetl, nuestro volcán activo, ese poderoso portento de la naturaleza
que nos amenaza, que nos cuida, que nos da agua y sustento.
El clima de Atlixco es excepcional,
entre calientito y templado, húmedo. Muy parecido al de Cuernavaca que está del
otro lado del volcán y que también es un pueblo… No, ya no lo es, Cuernavaca ya
es una colonia más de la ciudad de México, es más, ya no se disfruta, hay
violencia, inseguridad.
Cómo me gusta Atlixco, ir a comprar plantas
florales, caminar por sus calles, comer sus exquisitos guisos típicos en el
mercado o en sus numerosas fondas y pequeños restaurantes; comer mariscos o un
buen pescado en La Perla; después de la comida tomar un sabroso helado de La
Michoacana.
A nosotros nos encanta, mi mujer y mi
hija lo disfrutan mucho: nos gusta festejar en Atlixco. Pero esta última vez en
la que festejábamos el cumpleaños de mi mujer, regresamos muy tristes. Atlixco
está devastado, ya no es el mismo. Su principal atributo, muchas de sus viejas
casonas coloniales se vinieron abajo.
Apocalipsis now película |
¿Quién fue
el responsable?
Mientras Isabel y Marisela se tomaban
un helado en La Michoacana, caminé por la calle que va al mercado, buscando el
Bancomer que está a la siguiente cuadra. La calle estaba cerrada al tránsito
vehicular así que caminando por media calle, me abordó una anciana lugareña que
vociferaba contra Dios.
Decía algo así como que no todos
mereceos el castigo divino, que no debemos pagar todos por unos cuantos
pecadores. Se me acercó y para mí fue inevitable intentar calmarla.
Improvisando le dije que no era cosa de Dios, sino del Diablo, que el Dios
cristiano no era capaz de tanta maldad.
Para que abrí el pico, hubiera sido
mejor ignorarla, se fue contra mí, me dijo que yo no sabía nada, que ya todo
estaba escrito en la Biblia y que todavía vendría lo peor, que la tierra se
abriría y nos tragaría, “por la culpa de gente cómo tú” me dijo. Además hizo citas puntuales del
Antiguo Testamento.
Pero lo que más me impresionó de su perorata es que remató con un razonamiento
que me dejó helado: “no nada más Dios lo dijo, sino también Joaquín, el de la
televisión, esto es un castigo divino y nos lo merecemos por pecadores”.
Que más podía yo decir ante
semejantes argumentos, me disculpé y le dije que sólo bromeaba. Ya había
caminado dos cuadras, el banco que buscaba había quedado atrás, no lo vi,
estaba cerrado, severamente dañado y aislado.
¿Dios, la
naturaleza, la corrupción?
Pero a ver, la anécdota que acabo de
contarle no es menor. Y es que cuando suceden tragedias, desastres, la gente
recurre a la seguridad de las creencias.
Parafraseando al filósofo español Ortega y Gasset: las ideas son como los
sismos, las creencias son tierra firme.
Entre los expertos, analistas y demás
comentaristas, el tema de esta semana es el de las causas de los desastres,
cómo evitarlos y desde luego la reconstrucción. Resultan de especial interés
las apreciaciones de los académicos del Colegio de México.
El historiador Lorenzo Meyer
basándose en uno de sus colegas, el Dr. Sergio Puente, pone el acento en la
corrupción. Sí, la corrupción ese maldito virus que lo penetra todo en nuestro
país. Sus argumentos son claros,
concisos.
Y es que los asentamientos
prehispánicos se dieron con toda naturalidad en las zonas lacustres; y las
ciudades coloniales que construyeron los españoles sobre estos en los siglos
XVI, XVII Y XVIII, a pesar de contar con la arquitectura más avanzada de la época hoy se vieron seriamente dañados.
En ninguno de los dos casos se
contaba con el conocimiento geológico detallado del valle central de México. La
ciencia y la tecnología modernas han avanzado mucho y los sismos del 85
demostraron que se requerían normas más estrictas para las construcciones. No
todos cumplieron y ahora vendrán los ajustes de cuentas con los responsables de
las edificaciones nuevas que se vinieron abajo por no contar con los nuevos
requisitos legales. Pero abro un paréntesis cultural.
¿Apocalipsis
ahora?
Apocalipsis now es una película
bélica dirigida y producida por Francis Ford
Coppola en 1979. El guion está basado en El corazón
de las tinieblas, una novela breve de Joseph Conrad ambientada
en el África de finales del siglo XIX, aunque trasladando la
acción a la Guerra de Vietnam.
La película ganó dos Óscar, a
la mejor fotografía y al mejor sonido, y obtuvo seis
candidaturas, al mejor director, a la mejor película, al mejor actor de reparto
(Robert Duvall), al mejor guion adaptado, a la mejor dirección artística y al
mejor montaje. También fue merecedora de la Palma de
Oro del Festival de Cannes de 1979.
En 2001, Coppola presentó,
también en el Festival de Cannes, un nuevo montaje de la película,
ampliada hasta las tres horas y media de duración, con el nombre de Apocalypse
Now Redux.
Le cuento todo esto, porque fue en
esta segunda versión, que conseguí en la Librería Gandhi, en la que me di
cuenta del trasfondo económico de la guerra de Vietnam. Fueron los mismos
norteamericanos los que financiaron a los grupos comunistas, para que sacaran a
los franceses que explotaban las plantaciones de caucho de la zona. Esa fue la
verdadera razón, el origen de la Guerra de Vietnam.
La Guerra de Vietnam fue un verdadero
Apocalipsis que Coppola retrata muy bien, no le cuento más, véala y disfrútela,
me va agradecer la recomendación. Y regreso al tema original de este artículo:
la creencia de mucha gente en que los desastres naturales que vivimos responden
a un castigo divino.
Conclusión
Y es que no son pocos los católicos y
cristianos que interpretan el Apocalipsis
de San Juan erróneamente, como el final del género humano por sus pecados.
Sin embargo muchos lo interpretan a la inversa, como la salvación final.
En realidad, su mensaje es positivo,
quienes sirven a Dios no tienen por qué tenerle miedo. Aunque muchas
personas relacionan la palabra apocalipsis con un gran
cataclismo, este libro dice —tanto al principio como al final— que quienes lo
lean, lo comprendan y actúen en conformidad con él serán felices (Revelación
1:3; 22:7).
Y ya para terminar, quisiera
desmentir el chisme apocalíptico que anda circulando por las redes de Internet,
en el sentido de que “para Corea del Norte Trump ya les declaró la guerra y
está a punto de estallar la guerra del fin del mundo”.
Es falso. Lo que sí es cierto es que
los coreanos están invitando a académicos y políticos estadounidenses para que
les expliquen qué sucede con Trump, porque “no le entienden”. ¿Qué le parece?
No hay comentarios:
Publicar un comentario