Alejandro Mario Fonseca
Los partidos políticos son grupos de
interesados. La noción de partido,
por su parte, tiene múltiples significados. Uno de ellos es aquel que refiere
al grupo de personas que defienden una misma causa u opinión.
Estas dos definiciones nos permiten
acercarnos a la idea de partido político, que es el conjunto
de individuos que se reúnen y trabajan en con el objetivo de acceder al poder y
concretar sus propuestas para la organización social.
Los partidos políticos se rigen
por doctrinas y teorías que
explican su modo de interpretar la realidad. Un partido político de tendencia
liberal, por ejemplo, nunca propondrá la abolición de la propiedad privada, ya
que eso iría en contra de sus creencias.
Más allá de lo ideológico, los
partidos políticos tienen estatutos o reglamentos que
sus afiliados deben respetar. Solo de ese modo podrán proponerse como
candidatos del partido en un proceso de elecciones o participar de la toma
de decisiones del partido.
Y sí amable lector, eso es lo que
dice la teoría (Cfr. Definición.de)
pero en la realidad, como dije al principio no son otra cosa más que grupos de
interesados en los que los más astutos se convierten en mandamases, en
caciques, en oligarcas.
Partidocracia contra la democracia |
La ley de
hierro de la oligarquía
Robert Michels el sociólogo amigo de
Max Weber estudió el comportamiento de los partidos políticos y de los
sindicatos, en los años treinta del siglo pasado.
En su obra Los partidos políticos, formula la "ley de hierro de
la oligarquía", con la que afirmaba que "tanto en autocracia
como en democracia siempre gobernará una minoría"; la idea básica es que
toda organización se vuelve oligárquica.
Los líderes, aunque en principio se
guíen por la voluntad de la masa y se digan revolucionarios, pronto se
emancipan de esta y se vuelven conservadores. Siempre el líder buscará
incrementar o mantener su poder a cualquier precio, incluso olvidando sus
viejos ideales.
Por eso, las organizaciones políticas
dejan de ser un medio para alcanzar determinados objetivos socioeconómicos y se
transforman en un fin en sí mismas. Pero si además, como en el caso mexicano,
los partidos son financiados por el Estado, se convierten en verdaderas minas
de oro, muy codiciadas por todo tipo de oportunistas.
Mientras más grandes se hacen los
partidos, más se burocratizan. Muy pronto requieren de especialistas que sepan
tomar decisiones complejas rápidamente: se vuelven imprescindibles y se forman
élites. Dicho de otra manera, para que un partido sea eficiente va requiriendo
de liderazgos fuertes, lo que demerita la democracia interna.
Los partidos
políticos en México
El caso mexicano requiere un estudio
aparte. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) es sui generis porque es único en su tipo ya que no fue creado para
competir por el poder, sino para mantenerse en él.
Desde que el general Calles lo creó
en 1929, el PRI es una especie de
secretaría política dependiente del presidente en turno. Además de fungir como
una auténtica “máquina chupa votos”, su principal función ha sido la de darle
legitimidad al candidato designado por el presidente saliente: si, legitimidad
a una especie de “monarca sexenal”
Y así en cascada, con agencias
políticas estatales y municipales, siempre el presidente en turno designando a
los candidatos a gobernadores, a presidentes municipales y a senadores y
diputados: se trata del famoso palomeo de listas. También y ahí ya cambió la
cosa, tenía control absoluto sobre los
medios de comunicación.
De todo esto lo que surgió fue una
burocracia electoral especializada en darle funcionalidad a las farsas
electorales. Durante muchos años el PRI gobernó México, además de gobernar los
32 estados, siempre tuvo una mayoría absoluta en el senado y la cámara de
diputados; nunca hubo alcaldes de oposición.
Algunos estudiosos han caracterizado
el caso mexicano como una “monarquía sexenal”. Y sí, fue algo así, nada más que
hay que matizar el término. En las monarquías clásicas el rey ya era dueño de
todo incluso antes de nacer, se trataba del patrimonialismo puro. En cambio en
la “monarquía sexenal” mexicana el nuevo presidente, con algunas excepciones, llega al poder para adueñarse de lo que más
pueda: su única limitación son seis años.
Los
oligarcas de la clase política mexicana
Por falta de espacio no voy a entrar
aquí al tema de la “transición democrática”. El hecho es que por diversas
razones la plutocracia del PRI gobierno se vio obligada a compartir el poder a
finales del siglo XX. Y así fue cómo surgió una clase política ampliada.
Poco a poco, casi a cuenta gotas, el
PRI tuvo que ir cediendo espacios al PAN, un viejo partido de derecha y de
vocación democrática que siempre ha representado a los empresarios excluidos
del PRI y a las clases medias conservadoras y católicas.
También el PRI tuvo desgajamientos de
personajes importantes como Cuauhtémoc Cárdenas, Muñoz ledo y el mismísimo
López Obrador; que aliados con la vieja izquierda y con intelectuales
universitarios, fundaron organizaciones políticas que dieron lugar a lo que hoy
son el PRD y Morena.
Tampoco tengo espacio aquí para
meterme con la historia del PAN y de la izquierda mexicana. Me voy directo a lo
que está sucediendo en la escena política actual.
En el año 2000 el PAN llegó a la
presidencia de la República con Vicente Fox y después repitió con Felipe
Calderón. Los mexicanos no sentimos el cambio, fue como si el PRI hubiera
seguido gobernando. Sencillamente no pasó nada. Pero al interior del PAN sí que
se han puesto feas las cosas.
Ahora el PAN está profundamente
dividido y ya se parece tanto al PRI que hasta tiene su propio partido verde
pelele: el PRD. Fue víctima de la “ley de hierro” de Michels. A sus dirigentes
ya les gustó el poder y el dinero, y ahora se disputan los puestos, y las candidaturas como perros y gatos.
Algo parecido le pasó al PRD después
de la separación de López Obrador y la fundación de Morena. Pero sobre todo
porque se trata de un partido ya muy desgastado por sus malos gobiernos en
algunos estados y en el Distrito Federal.
También los “chuchos” se engolosinaron con el
poder y el dinero. Lo han hecho muy mal y el abuso y la corrupción, los equipara más con la cultura priista que
con sus supuestas viejas tradiciones democráticas. Y ahora están anclados al
PAN para salvar el pellejo.
¿Y Morena? Bueno el Peje se cuece
aparte, pero de que también es un oligarca al interior de su partido, nadie lo
duda. Ya lo comentaré con detalle en mi próxima entrega.
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