Por Alejandro Mario Fonseca
Al final de mi último artículo ponía
como ejemplo de la pérdida de autoridad moral del Partido Acción Nacional el
caso del exgobernador de Puebla Rafael Moreno Valle. Algunos amigos panistas me
reclamaron con justa razón: no me expresé bien.
Y es que sí, existen muchos panistas
que conservan sus tradiciones y valores, sus principios social-cristianos
originales. El problema es que también algunos de ellos, sus líderes, los que
han saboreado las mieles del poder y del dinero, no; y mucho menos los nuevos panistas.
El PAN se está pareciendo cada vez
más al PRI y Moreno Valle es un claro prototipo, además no es el único. Desde
Fox y Calderón, pasando por otros casos de gobernadores, senadores y diputados;
cada vez está más claro que las tradiciones culturales del priismo han
penetrado a los panistas hasta los huesos.
Incluso la tradición original del
“jefe máximo”, del hombre fuerte transexenal, que impuso el general Calles en
los años 30, y que tal vez sea Salinas el que le dio nueva vida; está siendo
fielmente retomada por Moreno Valle en Puebla.
La hipótesis sería que Moreno Valle
es el “jefe máximo” del gobierno de Puebla. Que el nuevo gobernador Gali sigue
a sus órdenes y que la gran mayoría de panistas (y de políticos de otros
partidos) están alineados a lo que él disponga.
Esta es la versión de los viejos
analistas y periodistas, los de colmillo retorcido, que se mueven en los
corredores cercanos al poder. Desde luego que nada de esto es comprobable, se
trata de las interpretaciones y sutilezas de la vida política, pero suena
lógico: así es la cultura priista heredada.
El carisma del Peje ¿Por qué AMLO es el candidato a vencer? |
Políticos
carismáticos una especie en extinción
Y hablando de las sutilizas de la
vida política, si algo ha perdido claramente el PAN, son sus líderes
carismáticos. Ni hablar del carisma natural y abrumador del mismísimo fundador
del partido, Don Manuel Gómez Morín. Un personaje sin el cual no podríamos comprender
cabalmente la etapa de construcción de las instituciones emanadas de la
Revolución.
Pero también hubo muchos otros, la
lista es larga, tan sólo quiero mencionar a los últimos, Don Luis H. Álvarez,
Don Carlos Castillo Peraza y sobre todo Don Manuel Clouthier, conocido
cariñosamente como “Maquío”. Incluso Vicente Fox llegó a la presidencia por su
carisma que desgraciadamente perdió muy pronto.
También decía en mi artículo anterior
que en nuestros tiempos y en nuestro país, la autoridad legal-racional es la
más cacareada, y a la vez la más sospechosa; es por ello que la autoridad
carismática está amenazando con convertirse en la más influyente en la transición política hacia el
2018 que estamos viviendo.
Y es que en tiempos de crisis los seres
humanos, y los mexicanos no somos la excepción, recurrimos a líderes
carismáticos que nos restituyan la confianza y la fe: también recurrimos a la
religión y a las tradiciones. El problema es que estos líderes están en
extinción. Pero profundicemos.
¿Qué es el
carisma?
El estudio, reconocimiento y
desarrollo del carisma en individuos es de sumo interés para sociólogos,
psicólogos, políticos, locutores, agentes de ventas o viajes, gente relacionada
con el cine, seleccionadores de personal, estrellas musicales, gerentes de
empresas y académicos e implicados en los estudios del desarrollo de la
dirección, entre otros.
De acuerdo con Max Weber, el carisma
se define como: una cierta cualidad de una personalidad individual, que en
virtud de la cual "es considerada aparte" de las personas ordinarias
y tratada como dotado con poderes o cualidades sobrenaturales, sobrehumanas o
al menos excepcionales para sus seguidores.
Estas no son accesibles a las
personas ordinarias, y pueden verse como de origen divino o al menos
ejemplares, y sobre la base de ellas el individuo en cuestión es tratado como
un caudillo por sus adeptos.
Según el filósofo político argentino Ernesto
Laclau, en el populismo, hay una serie de demandas heterogéneas que cristalizan
alrededor de ciertos símbolos. Y esos símbolos, con mucha frecuencia, son el
nombre de un líder carismático.
El carisma también se ha estudiado
como un conjunto de comportamientos o rasgos. Por ejemplo, un psicólogo moderno
postula que el carisma es básicamente agregativo, una aglomeración de distintos
rasgos de personalidad que se complementan bien en ciertos individuos para
formar la cualidad conocida como carisma. (Cfr. Wikipedia)
En la
búsqueda del carisma perdido
Teatralmente el carisma puede algunas
veces representarse sobre un escenario o en películas y transmitirse tanto por
comunicación verbal como no verbal.
En suma, El carisma es la capacidad de ciertas personas
de motivar y suscitar la admiración de sus seguidores gracias a una
supuesta cualidad de “magnetismo personal”.
La historia de nuestro país está
llena de líderes carismáticos, de caudillos: los que pelearon en las guerras de
Independencia, de Reforma y en la Revolución. No los voy a mencionar porque
fueron muchos y de diversos bandos.
Ya durante los gobiernos priistas
también hubo algunos que se distinguían por su carisma. Los primeros
presidentes sonorenses lo fueron, especialmente el michoacano Lázaro Cárdenas.
Ya después vendrían los “pico de
oro”, que eran los que hablaban bien, “bonito” y que hipnotizaban con sus
discursos: López Mateos y López Portillo fueron los últimos. Entre estos hay
que distinguir a Donado Colosio, que no llegó a presidente porque lo mataron.
Pero en los tiempos actuales el
carisma también se crea y se destruye y eso se hace a través de los medios,
especialmente de la televisión; y además, el Internet también ya juega un
importante papel en este terreno. Nada más hay que ver cómo fue que el
“carisma” inicial de Peña Nieto se vino abajo.
Y no sólo el de él, sino también el
de todo su gabinete y el de la mayoría de los posibles candidatos priistas a la
presidencia, por eso es que tuvieron que cambiar sus estatutos y apostarle a un
invitado “respetable” que les ayude a salvar el pellejo.
El PAN y el PRD andan en las mismas y
aún en coalición o en un frente amplio como ahora le dicen, se ve muy difícil que
logren ponerse de acuerdo en un candidato carismático común, que logre vencer
al líder de Morena, que aparece hoy por hoy, como el único político con
solvencia moral.
Y es que el don y la gracia, es decir
la moral, la base de todo carisma, es el bien más escaso entre nuestra clase
política. Pero todavía falta mucho tiempo, ya veremos. ¿Usted qué opina?
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